28/3/06

TRISTE SOLEDÁ (...con sus costaleros)

Cuando las campanas 
redoblan su eco 
gorteando’n sus bocas 
sus lenguas de jierro, 
bajo’l capirucho, 
con sus caramelos, 
jacen carrefilas 
con paso mu lento;
y unos por promesa, 
y otros por su credo, 
agilan p’alante 
tos los nazarenos. 

Van abriendo’l paso 
a un hombre mu güeno 
qu’icen que a la crus
no le tuvo mieo; 
que jué por sus pasos 
a morí en un cerro 
bandeao de ladrones, 
jace mucho tiempo, 
pa jacer cristianos 
a to’l mundo entero 
y en un cacho e pan 
nus queó su cuerpo. 

Icen que su padre 
jué un güen carpintero; 
y Él jizo’l oficio
serrando maeros; 
pero qu’endispués, 
pasao argún tiempo, 
en los sus oíos 
arguien dende’l cielo 
l’icía en vos baja 
los más sabios verbos 
y que su trebajo 
no era pa tableros. 

Icen que se jué 
pateando senderos
pa icirle a la gente 
mandamientos nuevos 
jaciendo milagros 
con muertos y ciegos 
y que sus palraos 
calaron tan lejos 
que los mandamases 
romanos aquellos
con trenta moneas 
mercaron un beso 
pa que aquella noche 
d’olivos y rezos 
señalara’l Hombre 
pa dir a prenderlo. 
 
Icen qu’Él icía
qu’era Rey de Reinos 
y que un tal Pilatos 
s’acagazó al verlo, 
se lavó las manos 
y dejó que’l pueblo, 
con voces y chillos 
y bulra y disprecio, 
jundiera en sus manos 
los clavos de jierro. 

Y hoy en carrefilas 
tos los nazarenos
arropan el paso 
d’aquel Cristo güeno 
al son que le marcan 
los sus costaleros, 
pasino a pasino, 
meneo a meneo, 
cimbreando la crus 
qu’aguanta to’l peso 
d’ese Hombre que icen 
que bajó del cielo 
na más que pa icirnos 
que seamos güenos.

Y atrás vié la Vigen 
con su manto negro, 
qu’esparrama lágrimas 
por el Hijo muerto; 
es La Soledá 
con su palio al viento 
zarandajeá por sus costaleros
que traen en el alma 
el luto y el duelo. 

Y al son de trompetas 
y tamborileros; 
y sabias saetas 
rumiás por el pueblo 
(prodigio de voces,
Badajó saetero) 
s’alejan bailando 
con su desconsuelo. 

¡Triste Soledá, 
con sus costaleros! 

Javier Feijóo 
(Del mi libro: "oCURRencias")
Enlace al Video-poema

26/3/06

Primavera


Ya Marzo, calle abajo, clama Abriles
con húmedos abrazos a la tierra
y el eco me devuelve de la sierra
edades más tempranas y febriles.

Anidan en mis versos más sutiles
metáforas en flor donde se encierra
mi frágil ilusión que a ti se aferra
con sueños de colores juveniles.

Mi edad se difumina en tu semblante;
hoy eres para mí dulce fragancia
envuelta con papel de calendario.

¡El hoy fue aquel mañana tan distante
que el tiempo acorraló con su constancia...!
Marchitas, Primavera, en mi diario.

Javier Feijóo

24/3/06

¡Cómo no quiés que te quiera!









¡CÓMO NO QUIÉS QUE TE QUIERA!
(Dedicao a mis amigos Falín y Tere)

¡Qué bien jaces la colá! ¡Güele la ropa a camuesa!
¡Cómo trajinas la casa! ¡La tiés limpia, reluciente!
Con lo poquino qu’aporto, qué bien le jundes el diente
al tendero de la esquina pa que no falte’n la mesa

el condumio que con ansia se jincan con tanta priesa
esos dos mozos criaos con ese amor tan jirviente,
tan de Madre, tan asina... ¡Com’un Rafael viviente
me viá jacé un tatuaje con el tu nombre, Teresa!

Si es que tó lo jaces bien: coses, planchas, barres, friegas...
y entoavía te da tiempo pa jincharme d’achuchones
con miminos atrevíos, tan aína que me ciegas.

Eres la esposa más güena, la reina de corazones;
y la madre de mis hijos, la qu’enjamás pone pegas
y avienta nuestras fatigas, manque sea a rempujones.

¡Qué bien güele’n la cocina!
M’has jecho lo que me gusta... ¡Cómo no quiés que te quiera!
¡Miá que versos t’he traío guardaos en mi faltriquera!


Javier Feijóo

22/3/06

Después de lo de Irak... ¿Irán?

Tras el olor a “crudo”, seguramente, irán.

Sobre la vana conciencia de quienes creyeron
ser poseedores de la Verdad inaccesible
descansará la pesada carga indefectible
de humanas vidas que sin culpa se perdieron.

A inocentes que anhelaban “Libertad” y fueron

víctimas obviadas al olor del combustible
¿por qué le robaron su Derecho indiscutible
a vivir, a llorar, o a rezar donde nacieron?

Incitar a la Parca a lucir todas sus galas,

ignorando el clamor de los pueblos soberanos,
es Incultura (“Historia es magistra vitae”).

Elegir, de entre tantos, el menú de las balas,

miserable elección reservada a los tiranos,
es invitar a la muerte al trágico convite.


Javier Feijóo
Publicada en Diario HOY (22-3-06)
.

20/3/06

La jonra o la vida... d'un muchachino extremeño

Enlace p'ascuchá'l poema: La jonra o la vida

Las gallinas, con las alas desplomás,
acurrucaban los güevos
sentás como señoronas
reguñendo con su ronco palramento,
com'un corro de veoras sabijondas
barruntando'l aguacero;
y los gallos, asustaos y confundíos
con el juerte crujío de los truenos
y la lus de los relámpagos,
jacían sus gorgoritos empinando los galgueros.

Las vacas en el cercao,
al cuidiao de los becerros,
mugían levantando las quejás
mirando recelosas pa los cielos;
y el gruñío de los guarros,
enreaos en su caraba con el eco del chiquero,
con un son descompasao
se mesclaba con el coro de ladríos de los perros.

El maullío de los gatos
refalaba po los caños que bajaban del alero;
en la cuadra, maneaos,
relinchaban coceando los tablones los jamelgos;
y la burra, acagazá,
dando rebusnos de mieo,
arqueaba los puntales del doblao
destirajando la soga qu'ajorcaba su pescuezo.

En las ramas recolgonas de los chopos d'un regacho,
con sus ojos encendíos, un mochuelo
rebuscaba en los güequinos más tupíos
un cachino de socuello;
y a la vera de l'alberca,
en su jaula de cañizos y de jierros,
s'encogían ajuntando sus jocicos nerviosinos
las conejas y conejos.

S'acercaba la tormenta descosía
escupiendo sus reondos goterones;
y porcima e los cabezos,
desafíando a la noche,
las culebrillas de fuego
esgarraban los negros nubarrones
restallando latigazos de relumbre,
luminando las laeras de los montes;
y la lluvia enrabietaba los regatos más resecos
convertíos en furiosos correntones.

Los cristales chorreando tiritaban
con el recio ronquío de los truenos;
y tiritaba tamién la Mari Ángeles
apretujando los puños contra'l pecho,
con los ojos deslumbraos tras la ventana
y los pies engurruñaos en el suelo.

Y temblaba aquella noche de verano
no de frío, ni de mieo;
había visto tormentones desataos
con más saña y con más genio,
y argún rayo con su lumbre mu afilá
achicharrando'l troncón d'un nisperero.

No era'l agua que caía a borbotones
anegando la senara y sus calveros,
no era'l rayo, ni el relámpago,
ni la recia garraspera de los truenos,
ni la furia de los vientos su inquietú,
ni el ladrío de los perros su desvelo;
no eran esos los resortes
de su juerte temblequeo;
eran dudas qu'en su caeza s'agitaban
dando güertas en la noria der celebro,
remordiendo sus entrañas
com'una loba jería por un cepo
ajuyando y endilgando dentallás
con ferós desasosiego.

S'había dao de bruces con su jonra
trompezando en un descuído del deseo,
en la era del cortijo,
a la lus de los luceros,
en la noche de la Fiesta de la Vigen
con el más guapo del pueblo.

Lo mesmito que la lluvia en los cristales, sus lágrimas
chorreaban por su cara refalándose pa'l suelo;
su jonra estaba manchá; y, con ella,
la de sus padres y agüelos;
y en su caeza se rumiaba l'amargura del aborto,
y su alma rebuscaba otro remedio.


No encontraba la salía,
ni un socuello pa su jondo desconsuelo.

De repente, unas voces en castúo
acallaron la ronquera de los truenos
y una lus mu branca y pura
luminaba de contino las negruras en el cielo;
y esas voces replicaban qu'en su vientre
se jormaba un extremeño
y cantaban cosas durces y mu tiernas
entonando con la letra d'estos versos:

"Casi es na y ya te siente,
entoavia no ice ni angó
y ya te palra,
no tié orejas y te oye,
y sabe que no le mientes;
sin ve na, él ya conoce
a la dueña d'ese vientre
que le custodia y abriga,
que l'engüerve y le defiende.
¡Eres su mejó amiga,
su madre, la más valiente!

Compartirá tus latíos,
tu risa y tus quejíos,
y tu sueño y tu desvelo,
tus llantos en el camino;
tós tus quehaceres diarios
esperando con anhelo
los nueve meses vencíos
d'este largo calendario.

Ya sabe qu'eres la jembra
qu'ha cultivao la siembra
dándole'l mejó cobijo;
y aguardará con pacencia
en el tálamo mullío
d'ese nío que l'engendra
el placé de ser tu hijo.

Sabe mu bien que le quieres
y qu'está bien protegío,
si tié ganas se retuerce
pa que tú lo sientas vivo
y te sonriyas y sueñes
teneglo pronto contigo.

Sabe que tú eres su madre
y que cuando vea la lus
s'enjugará en la durzura
de tu cara y tu figura
d'una jembra con coraje;
y que naide como tú
le pué dá mayó ternura."
.......................................

Ya va pa un año d'aquello
y com'un cachino e cielo,
con su boquina e piñón
rempujándole los pechos,
s'amamanta con los cholros del coraje
un muchachino extremeño.


Javier Feijóo
(Del mi libro: "¡Asina! Sentimientos en castuo")

.

19/3/06

¿Qué es poesía?


DEFINICIÓN INDEFINIDA
¿Qué es poesía?

(La genial inspiración la definió
con el brillo clavado en su mirada
de aquella pupila azul)


Pero aún hoy, amada mía,
me pregunto:
¿Dónde encontraré poesía
si me faltas TÚ?

 
Javier Feijóo
.

17/3/06

Iberia Polyglotta

15/3/06

EL TORO BRAVO (...y sus jondos sentimientos)


Enlace al video-poema:
https://youtu.be/9PxcMJwlys0

I
Dende'l palco, el presidente
da licencia'l torilero
pa descorré los cerrojos
de la puerta de chiqueros.

Negro, bragao, astifino,
quinientos quilos de peso,
de jechuras recortás,
onjuto, recio, mu serio,
d'un jierro mu afamao
en el mundo del toreo.

Deslumbrao por el sol
se quea parao'n los medios,
aonde la sombra se jace
media luna con el rueo;
aluego atiende al engaño
arrancando dende lejos
y la juerza de su casta
derrota en el burlaero.

Con el capote mordío
estudia'l toro el torero;
y el apoderao detrás
en vos baja da consejo:
 

-¡Sujétalo y ten cuidiao!
H'abio suerte'n el sorteo.
Tiés que trunfá en esta plaza.
¡Con arte! ¡Amos a veglo!

 
Los tres pases de recibo
en un palmo de terreno
y dos reondas verónicas
como abanicos abiertos
alevantan com'un muelle
al público del asiento.

II
Los timbales y clarines
tocan pa'l cambio de tercio;
caballos y picaores
jacen presencia en el rueo.

Las cuadrillas colocás,
mu pendientes del encuentro,
con el capote plegao
jacen d'estatua mu quietos;
y el diestro mu decidío,
de plata y oro su terno,
ciñéndose'n chicuelinas
arrima'l toro al jamelgo.

La puya espera'l embite
y le traspasa'l pellejo
cuando'l toro s'arremete
y s'empotra contra'l peto.
El caballo pierde manos
acusando'l forcejeo;
los monosabios detrás
y el picaó con su peso
jacen qu'el toro s'aparte
entrando al quite del diestro.

En los medios quea'l astao
frente por frente al torero;
se miran fijo a los ojos
veriguando'l pensamiento;
y el diestro, montera en mano,
pide ya el cambio de tercio;
el presidente lo niega
(es de primera este rueo).

Acatando la ordenanza
y cánones del toreo,
se güerve pa'l picaó
iciéndole dende lejos:

 -Corto puyazo’l segundo.
Quieo bregá con él entero.

 
El de varas jace caso
queando'l brazo mu suelto
y deja'l toro cebase
con el estribo y el peto
arrempujando al caballo
empotrao en el burlaero.

III
Suena el timbá y el clarín
pa un nuevo cambio de tercio;
y en las tablas se jatean
dos grandes banderilleros.

Con los dos palos en arto
ya está citando'l primero;
se lo lleva po la izquierda
ajorcándole'l rodeo,
le gana la cara'l toro
queando un par de maestro.

El segundo, frente a frente,
cita'l toro por derecho
y cuando lo tié delante,
jaciéndole un justo quiebro,
le pone un par de bandera
rozando'l pitón izquierdo.

En el pique sano y sabio
de maestros del toreo
güerve a citá en reondo
el otro banderillero;
y en la punta de la curva,
con el jocico en el pecho,
los sus dos pies en el aire
a dos cuartas del albero,
con las dos manos mu juntas
y encorsetao con los cuernos,
pone'l par d'arribabajo
porcima del toro fiero.

El respetable asombrao
güerve a brincá del asiento
con palmas echando jumo
aplaudiendo a los toreros.

IV
Los timbales y clarines
s'ascuchan entre'l jaleo;
muleta, estoque y montera
porta’l maestro a los medios
y en reondo brinda'l público
la faena'l toro negro.

En los tendíos de sol
lo reclama dende lejos,
revolando la muleta,
clavaos los pies en el suelo.

Cuando'l toro se l'arranca
el diestro se quea mu quieto
con el trapo al lao contrario
y el público sin aliento.

El toro se l'echa encima,
ya lo tié a metro y medio;
desplegando la muleta,
jaciéndole bulra'l mieo,
en l'arena jace un arco
con las juellas del mostrenco;
y p'afiná los trombones
remata’n pase de pecho.

Suenan oleses y palmas,
toa la plaza es un jaleo
al son d'alegres compases
d'un pasodoble torero.

El terno de plata y oro
da relumbres en los medios
bregando po la derecha
arrimao'l pitón al cuerpo;
el toro humilla, es noble,
y aprovecha qu'está fresco
pa jacé manoletinas
en homenaje a'quel genio.
 

-¡Es bravo, tié toavía juerza!
 -se ice p’adrento'l diestro-.

Y como mandan los cánones
cambia muleta’l lao izquierdo
templando los naturales
en el platillo del rueo;
se juega la taleguilla
con estampa de torero;
y arremata la faena
en largo pase de pecho
con la mirá’n el tendío
porcima del pelo negro.

Paso lento y porte erguío
se va en busca del acero;
en el arco de la sombra
el toro espera mu quieto
y aguant'a boca cerrá
los desplantes del maestro.

Tres trincherazos mu cortos
y un último de disprecio
quean al toro cuadrao
mirando fijo al torero.

Entre'l jaleo del público
baj'un manto de pañuelos
y el mataó con su pose
pidiendo perdón pa'l reo
consiguen del presidente
indulto pa'l toro güeno.

El murmullo en los tendíos
se va jaciendo silencio
y el diestro güerve a las tablas
pa qu'embuchen el acero.

Cuando jace'l simulacro,
frente aquellos ojos negros,
el mataó no adevina
sus más jondos sentimientos:


"M'has ganao la partía,
m'has humillao en el rueo
siendo más juerte que tú,
¡Enhoragüena, Torero!

Nací pa morí en la arena,
como mi padre y mi agüelo,
entr'encinas y arcornoques
en los campos extremeños,
¿Y me perdonas la via,
agora que no la quiero?
¡Mátame, no tengas pena!
¡Mátame sin titubeo!

¿No ves que no pueo gorvé,
manchao de sangre mi pelo,
con mi ergullo maltratao
jasta que muera de viejo?
¿Que no pueo consentí
que rodeao de cabestros
me lleven de sementá
a la jesa de mi pueblo
pa que güervas a humillá
a mis hijos en el rueo?
¡Mátame, no quieo'l perdón!
¡Mátame, te l'aconsejo! "


Desarmao frente al toro
jace la pose'l torero
pa'cariciá con la mano
su sayo de pelo negro;
y com'una cachicuerna,
en un embroque sangriento,
por bajo la taleguilla
se jundió'l pitón derecho.

V
Habiendo sío indultao,
en ves d'agradecimiento,
jué asina qu'el toro bravo
se vengó d'aquel torero
por habé sío humillao
 
sin dagle muerte'n el rueo.

Javier Feijóo
(Del libro: "¡Asina! Sentimientos en castuo")

Enlace al Diario HOY: artículo completo

13/3/06

Si me acaricia el viento...


Para escribir sonetos... ¡Amar mucho!
Grabar su melodía en la cabeza,
hasta versificar esa certeza
donde florece el don del vate ducho.
.
Quizás entre los versos me encapucho.
Todo poeta miente... ¡Qué rareza!
Todo poeta llora, y ríe, y reza,
y afila el diente-sierra del serrucho.
.
Para escribir sonetos... ¡Sentimientos!
¡Imprescindibles hados!... ¡Valentía!
¡Acariciar la vida con alientos...
.
...beber en cada verso rebeldía!
¡Poeta es quien absorto en sus momentos
se afana en la justicia cada día!
.
Si me acaricia el viento
fugaz... de la vehemencia y la osadía,
inyecta en mí cemento contumaz
armado en singular algarabía.
.
Javier Feijóo
.

12/3/06

Jierro contra jierro

Fotocomposión: Miguel Angel Luengo


Jierro contra jierro’n fatal traqueteo
con jambre de parca quebró las cadenas,
bulró los vallaos repujando penas
y labró aquel Once’n ca y cual camafeo.

El vuelo quebrao’n jiriente aleteo
con cierzo maligno crujió sus condenas,
cegó l’alegría con gasa d’arenas
jilá con quimeras de cándido reo.

¿Quién templó’l gatillo? ¿Quién prendió aquel móvil?
¿Quién rastreó l’ascusa? ¿Aónde las verdades?
Reguñen las Juntas, su vos grita inmóvil,

jimplan a finaos entre vanidades.
El credo nus guía, fúnebre automóvil,
por esas vereas de las necedades.
Javier Feijóo
Marzo de 2004

9/3/06

Un Pueblo al Este del Rivillas



SAN ROQUE
(Un Pueblo al Este del Rivillas)

Dende arriba de la Torre Espantaperros,
mirando pa onde brota la mañana,
se diquela un pueblo recio d’extremeños
ergulloso de su tierra y de su casta.

Bajo’l sol que s’alevanta a su costao
gorpeando con su lus en las persianas,
tan aína que los gallos canturrean
día a día su pasao se resquebraja
jondeando sus casinas sanroqueñas
con la historia qu’en sus patios se cuajaba.

Y ajuyéndose la sombra a los zaguanes
ese sol tira p’alante, pa’l mañana,
anegando con su lus un pueblo téntigo
que rezuma del jondón de sus entrañas
los reaños heredaos del coraje
refundíos con el jierro de los machas.

Ese pueblo qu’está’l Este del Rivillas,
que zugando sentimientos s’amamanta,
es el pueblo d’unas jembras jacendosas
sin potingues en el pardo de su cara,
ergullosas que del cholro de sus pechos
brota savia con el cuño d’una casta.

Andenantes jué’l pueblo de mis agüelos,
cuando’l alma de sus calles era parda;
y alreó de sus esquinas encalás
jué testigo e que mis padres se palraran;
y es el pueblo aonde mis sueños se cobijan;
y es el pueblo aonde mis hijos s’alevantan;
y argún día d’ese tronco y sus raigones
los mis nietos serán flores en sus ramas.

Y pa entonces ese sol de su costao
jará sombra en los zaguanes de sus casas,
con el mesmo canturreo de los gallos,
con el toque d’oración de sus campanas.

(Y estos versos hay qu’icirlos en castúo
pa que a naide se l’olvíe qu’en España
hay castúos extremeños que tién lengua

tan aína qu’arrebuscan sus palabras).
Javier Feijóo
(Del mi libro: "oCURRencias")
.

5/3/06

Hacha de Paz



HACHA DE PAZ

El poeta se engalana
con su tinta y con su pluma
y empuña su hacha de guerra
para declarar la guerra
a los tambores de guerra.

Sus armas son sus poemas
y recluta letra a letra
para componer palabras
y versos con más palabras
que sean más que palabras.

Versos de afilado filo,
como hoja de guadaña,
para segar de la Tierra
las ambiciones de tierra
que enterrarán bajo tierra.

¿De qué sirve un solo verso
sin escudo ni trinchera
en el campo de batalla
si rehuye la batalla
para ganar la batalla?

Un verso es sólo una lágrima
que sazona la contienda
para aliñar a la muerte
en ese menú de muerte
sobre el mantel de la muerte.

Un poema es poco más,
es un puñado de lágrimas,
una llovizna de llanto
que no apaga con su llanto
el fuego de tanto llanto.

Y si uniésemos poemas
creando una enorme nube...
¿se formaría una tormenta
más fuerte que la tormenta
que al poeta le atormenta?

Juntemos pues nuestro llanto
y se convierta en tormenta
cubriendo toda la Tierra
para ganar la batalla.
Démosle tregua a la muerte
venciendo siempre a la guerra
armados con las palabras.

Javier Feijóo
.

Er nieto de la Colasa



- ¡Cuéntaselo tú a tu madre!
¡Dime hija! ¿qué te pasa?
¿Qué’s eso qu’a ti t’ajoga
y t’anúa la garganta,
qu’estás como revenía
sin icir ni una palabra
y ni siquiá t’has peinäo
y no has jecho ni la cama?

¿Tié acaso esto argo que ve
con er nieto e la Colasa,
ese de la capitá
que vino pa tres semanas
y toas las mozas der pueblo
peripuestas le rondaban?

¿Cuándo se va, po la noche
o en er tren d’esta mañana?

- Pa mí s’ha ío ya pa siempre,
no me anda más po las ramas.
Es mu arto y es mu guapo
y tié mu güenas palabras,
pero no m’ha tenio ley,
no m’han gustäo sus mañas
y me da iguá que s’alargue
manque me quée con las ganas.

- ¡Ganas! ¿de qué, güena moza,
si en to’l pueblo hay una cara
más alegre y más graciosa,
ni más limpia, ni más guapa,
ni unos ojos tan bonitos
y negros como chicharras?

¿Quiés icir qu’ha pretendío
er nieto de la Colasa
por argún raro casuá
que tu jonra se manchara?

- Mi jonra está limpia madre,
las cosas que m’enseñaba
cuando yo entoavia era nueva
no tié que gorvé a esplicaglas.

- Pos si es asina, m’alegro
que gente d’esa calaña
s’alarguen ya d’este pueblo.
Y mia tú que la Colasa
es presona mu jormá,
pero’l nieto es d’otra casta,
que su sangre está mesclá
con la sangre d’otra raza.

Tú no t’enfusques más, hija,
¡éjate de mojigangas!
ve y arréglate ese pelo
que hoy te jago yo la cama;
y si acaso te dio un beso
lávate mu bien la cara
pa que se vaya’l jeó
del suó d’esa alimaña.

Y no me mires asín,
qu’hay qu’icir las cosas claras.
Cuando un hombre te s’acerca
tiés que miralo a la cara
y antes e ve si es mu guapo
ve si tié intinciones sanas
mirando fija los ojos
qu’es el espejo del alma;
y hay que fijase’n sus manos
p’adeviná si trebaja
y tené mucho cuidiao
con los palraos que nus largan,
qu’a veces nus aturrullan
y con poco nus engañan.

Y esto no es pa molestate,
quieo queá las cosas claras,
que tú eres ya una mujé
y mereces mi alabanza,
porque l’has parao los pies,
tu jonra s’ha queao sin mancha
y me siento mu jonrá
al ve que sabes guardagla.

¡Anda espabila qu’es tarde!
y ya va juyendo’l alba;
y en este pueblo hay más mozos,
mu guapos y con agallas,
que tamién tién picardía
y gustan de las muchachas,
manque no palren iguá
ni gasten tantas palabras
como los de capitá,
pero en el campo trebajan
y con el suó de su frente
llevan el pan pa su casa.

Y ya no me jimples más
mi Mari Ángeles guapa.
¡Jasta’l nombre tiés bonito!
¡Lávate mu bien la cara!
¡Ve y arréglate ese pelo
que hoy te jago yo la cama!
Javier Feijóo
(Del mi libro: "De la corteza de la encina")
Pincha aquí p'ascuchá'l poema
.

1/3/06

¡Ánimo a la Paz!


Abogar por la paz es tarea encomiable, como lo es el perdón. Pero, si “Historia es magistra vitae”, la prisa, como el olvido, no es nada aconsejable.

Al hilo del terror, vagas pesquisas
revelan una paz irreverente.
No cuajan las ofertas en mi mente,
no calan en España las premisas.

Tras más de treinta años, hoy las prisas
enervan el dolor, la voz candente
de un pueblo que sufrió pacientemente
políticas fatales e indecisas.

Ya va teniendo edad la Democracia
para enterrar con tino su desgracia.
Pero hay que obrar hurgando en la experiencia;
con buen talante, sí..., mas con paciencia.
¡Animo a quien sincero haga la apuesta
sin olvidar la sangre de la Cesta!

Después, quizás... la gloria.
Ya lo dijo Cervantes: “¿Quién ha nombre
si no consigue hacer más que otro hombre?”
¡No hay Paz si no hay Verdad en la Memoria!

Javier Feijóo
Publicado en Diario HOY (8-3-06)

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