A fuerza de vivir...
A fuerza de vivir, año tras año,
confirmo la certeza en
tantas cosas…
¡Qué poco dura el aura de
las rosas!
Nadie es dueño perenne de
su escaño.
El tiempo cada vez es más
tacaño,
las canas, atrevidas,
caprichosas
y las arrugas siempre
pudorosas.
Del nicho… ¿acaso importa
su tamaño?
A fuerza de vivir quemo
mi vida
girando sin parar, a
fuego lento,
sobre este tiempo en
ascuas, chamuscando
mi estancia en este
mundo. Y consabida
es la fuerza brutal de
ese cruel viento
que a fuerza de soplar la
va apagando.
Javier Feijóo
<< Home