13/7/23

Recordando

Hoy, 13 de julio de 2023, recordando a Miguel Angel Blanco en el 26 aniversario de su asesinato, me viene a la memoria este artículo (con poema previo) publicado en el Diario de Badajoz el 28 de diciembre del año 2000. 

Evidentemente eran otros tiempos.

Felizmente ETA desapareció años después.

NO SE TRATA DE VENCER, SINO DE CONVENCER


NUEVE MILÍMETROS 

Interrogantes que martillean

el dilatado presente:

¿Quién será el próximo?

¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo?.

Preguntas de cotidiana respuesta,

día tras día,

sembrando mártires

bajo el frío mármol

de sendas lápidas de libertad.


Con dictadura,

con el gobierno de transición,

con el de centro,

con los de izquierdas o de derechas,

con todos desayunamos

los mismos interrogantes.

Y siempre la misma fórmula:

"Firmeza, confianza y convicción".

La fórmula de los setenta,

de los ochenta, de los noventa...

y ahora, en el dos mil,

la misma fórmula.


Demasiado tiempo,

demasiada sangre,

demasiadas viudas y huérfanos

como para seguir creyendo

en la firmeza impasible,

en la confianza escoltada

y en esa añeja convicción

que ya no convence a casi nadie.


Minutos de silencio

(ya suman horas),

coros de multitudes

con manos blancas

a voz en grito implorando paz...

Y por respuesta,

fúnebre y tétrica,

la cruel medida:

Nueve milímetros

(mañana más).


Y hoy qué hay de nuevo:

¿La fiera herida?

¿Acorralada? ¿En su terreno?

¡¡Ingenuo error!!

La esperanza busca puertas abiertas

para poder respirar,

si se le cierran... explota

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En el convencimiento de una idea estriba la decisión de apoyarla, luchar por ella, matar por ella y, llegado el caso, morir por ella.

Parece evidente, particularizando, que existen dos ideas que merece la pena defender. Por un lado, unos ideales nacionalistas, con su convicción en que la lucha por el separatismo es la causa por la que merece la pena matar. Unos ideales que, en unos casos, eran un ingrediente más de su leche materna y, en otros, quizás los más recientes,  han sido inculcados (más por la forma que por el fondo) merced a la autonomía en materia de educación que otorga el Estatuto. Un ideal, en cualquier caso, que parece ser sustentado y sustentador de una organización político-económico-terrorista.

Y, por otro lado ¿qué? ¿cuáles son los ideales de cualquier ciudadano para que, por su defensa, merezca la pena arriesgar la vida? ¿Acaso la defensa del Estado de Derecho? ¿Pero acaso no es el Estado de Derecho,  precisamente, el instrumento que tendría que defender la vida de los ciudadanos?

“Defender frente a...”,  “vencer a...”  son  expresiones utilizadas por nuestros gobernantes cada día “D”. Expresiones que llevan implícito el concepto de lucha, con vencedores y vencidos. Expresiones que denotan la elección de un camino erróneo.

Porque no se trata de vencer, sino de convencer. En el camino del convencimiento (que no en la senda de la convicción blindada), por medio de la palabra, hay lucha (pero no hay sangre); y al final no ha de haber vencedores ni vencidos, porque todos ganan (porque ya son muchos los que han perdido la vida en el camino minado por la intransigencia y la intolerancia).

Tan sólo hay un arma que lejos de pretender subyugar y humillar podría enmudecer el monólogo actual de la violencia para conseguir pasar esta página ensangrentada de la historia de España. Y ese arma es “convencer”. Pero hacerlo cuanto antes, tomando la iniciativa, aunque sea convenciendo previamente a la oposición para que intente convencer a otros nacionalistas para que, a su vez, convenzan a aquellos otros nacionalistas de que razonando y bisagreando se puede conseguir un bienestar social envidiable. Es necesario abandonar esa actitud pasiva que se alimenta de la carencia de inquietantes alternativas de gobierno y del notable crecimiento en la intención de voto a las siglas del partido gobernante, sobre todo y precisamente, en territorio nacionalista.

Pretender vencer al terrorismo luchando contra los terroristas es trabajo estéril, porque las ideas que lo generaron, con toda seguridad, diseñarán nuevas fórmulas de violencia para pretender lograr la victoria de sus ideales, ante la ausencia de ofertas de otras fórmulas que basadas en el convencimiento ignoren la violencia.

En cualquier caso y a modo de reconocimiento a todas aquellas personas que sembraron con sus vidas el sendero de la sinrazón, hay que decir que resulta evidente que la convicción en sus ideas, por parte de los nacionalistas violentos, es mucho menos fuerte que la convicción en sus ideas de todas aquellas víctimas pasadas y (¡ojalá no!) futuras del terrorismo. Porque mientras aquellas vienen luchando por aquello que, en base a sus ‘ideales’, merece la pena matar; éstos lucharon, luchan y lucharán por unos ideales por los que, según su criterio, merece la pena morir.

JAVIER FEIJÓO

(Incluído en mi libro "oCURRencias")


1/7/23

Homenaje a Joaquín García-Plata Quirós, en Cáceres el 1 de julio



 

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