Morriña castúa
Estimao Juanlu:
He recibío correos de jartá e gente qu'han sufrío la esgracia e la emigración “po la farta de trebajo d’otros tiempos”, pero que “duermen toas las noches abrazaos a los sueños extremeños”. Correos que siempre m'animan p'agilá p'alantre con las mis ilusiones y los mis empeños, y, asina, nuestro galraero no se quee jondeao'n el pozo del olvío.
Y, sin conocete de na jasta hoy mesmo, y con to'l agine que m'embargan estas cosinas que me ices con to'l sentimiento arrebujao con la lejanía del terruño y que jacen que cruja en mi pecho entoavía con más juerza "ese orgullo d'extremeño" que, dende chiquinino, enarbolo ondi quiera que vaiga, m'he permitío la licencia d'engilgá'n esta mi libretina el tu correo, queando a l'aspera de qu'argún día seamos escapaces e palrar manque na más sea un ratino y nus arrebujemos en un juerte abrazo.
Texto del correo de Juanlu:
Querido y admirado paisano:
Soy Juanlu, un muchacho de 20 y tantos años, que por capricho del destino, vivo en Tarragona; alejado de mi tierra, mi gente y mi aire. Me gustaría darte las gracias por esos escritos que tan bien reflejan nuestro sentir.
Hoy tengo morriña, mañana también; y así vemos pasar los días pensando en la vuelta; pensando como sería todo si estuviéramos allí; intentando estirar el calendario y ver meses como Julio o Diciembre, donde ya vas viendo el momento de volver.
Los años pasan, y la tristeza aumenta; cada día se tiene la sensación de que las raíces que ahora mismo te atan a tu tierra de acogida son más fuertes y grandes y empiezas a notar que el comprar un billete sin vuelta, se complica más y más. No veo el momento de bajar del tren y oler Badajoz en una tarde de verano donde el sol parece que no se quiere ir para recibirnos a última hora; ese momento en el que sientes que vuelves a estar en tu tierra, que lo que anhelas durante meses, lo tienes ahí delante. Más tarde,
Hoy tengo morriña, mañana también; y así vemos pasar los días pensando en la vuelta; pensando como sería todo si estuviéramos allí; intentando estirar el calendario y ver meses como Julio o Diciembre, donde ya vas viendo el momento de volver.
Los años pasan, y la tristeza aumenta; cada día se tiene la sensación de que las raíces que ahora mismo te atan a tu tierra de acogida son más fuertes y grandes y empiezas a notar que el comprar un billete sin vuelta, se complica más y más. No veo el momento de bajar del tren y oler Badajoz en una tarde de verano donde el sol parece que no se quiere ir para recibirnos a última hora; ese momento en el que sientes que vuelves a estar en tu tierra, que lo que anhelas durante meses, lo tienes ahí delante. Más tarde,
cuando ya vas por la carretera, que en mi caso, me lleva a Talavera
y en la lejanía distingo la torre de la iglesia, o veo al primer paisano... ¿quién será este golpe? ¿Remijino? ¡no! es el Marqués...
Cuando llegas a tu casa y abrazas a tu gente y saltan las lágrimas... ¡qué momentos tan dulces... y qué amargos se vuelven tres semanas después...! Tienes la sensación de que el corazón se queda en tu casa, con tu gente, en tu tierra y que a cada kilómetro se te estira un poco más el pellejo que queda entre el corazón y tu cuerpo... ¡qué triste pensar: es la última vez que veo el sol en mi tierra hasta el próximo golpe! O el estúpido pensamiento que se te cruza al ver cualquier cosa ‘tirá’ en la calle de tu pueblo la noche antes, y piensas: ¡quién fuera piedra, gato, perro o puerta ‘pa’ estar siempre aquí...!
Ahora no hay 'colorinas viajeras', ni tenemos maletas de pieles de bichos raros; pero los ojos se nos siguen perdiendo tras la ventana del tren que nos vuelve a traer a esta larga enfermedad y este sufrir de estar lejos de vosotros.
Javier, empezamos la cuenta atrás: 3 meses y 24 días.
Cuando llegas a tu casa y abrazas a tu gente y saltan las lágrimas... ¡qué momentos tan dulces... y qué amargos se vuelven tres semanas después...! Tienes la sensación de que el corazón se queda en tu casa, con tu gente, en tu tierra y que a cada kilómetro se te estira un poco más el pellejo que queda entre el corazón y tu cuerpo... ¡qué triste pensar: es la última vez que veo el sol en mi tierra hasta el próximo golpe! O el estúpido pensamiento que se te cruza al ver cualquier cosa ‘tirá’ en la calle de tu pueblo la noche antes, y piensas: ¡quién fuera piedra, gato, perro o puerta ‘pa’ estar siempre aquí...!
Ahora no hay 'colorinas viajeras', ni tenemos maletas de pieles de bichos raros; pero los ojos se nos siguen perdiendo tras la ventana del tren que nos vuelve a traer a esta larga enfermedad y este sufrir de estar lejos de vosotros.
Javier, empezamos la cuenta atrás: 3 meses y 24 días.
Posdata: Enhorabuena por tu labor. Espero que algún día podamos charlar un rato.
Con morriña castúa, afectuosamente.
Juanlu.
Y asina, con to'l mi agraecimiento por el tu correo inesperao, te viá dedicá los últimos versos del mi poema "Güerfanos de verbos", pa que, cuantiantes, nus demos ese juerte abrazo que a dambos, de seguro, nus alegrará tanto:
"... ¡Gorvel emigrantes!
¡Gorvel extremeños!
¡Gorvel cuantiantes manque na más sea
pa la fiesta’l pueblo!
¡Gorvel con la galra qu’arrebujaína’n aquellos jatos
sus llevastis lejos!
¡Gorvel a la tierra d’aonde sus llevastis
la vos qu’andenantes l’ascuché al agüelo!
¡Gorvel emigrantes!
¡Gorvel cuantiantes pa danos aliento!
¿No veis que nusotros, los qu’aquí queamos,
los que reguñimos con nusotros mesmos
sin tirá con juerza del carro eschangao
d’este galraero,
dende que sus juistis pa esos andurriales,
pa esos otros pueblos,
semos unos probes
güérfanos de verbos? "
Castúa y entrañablemente,
JAVIER FEIJÓO
Abril de 2008
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