Carta a mis amigos extremeños
Se jacen las cosas con tanto cariño.
Se vuelca uno al cabo, al fin y a la postre
Se vuelca uno al cabo, al fin y a la postre
pa icirle a la gente lo que tié p’adrento
y aluego no hay naide que apenque a tu vera,
qu’arrime ese jombro que mus jace farta
pa que dambos juntos jundamos el surco
qu’arraige con juerza nuestra sementera.
S’estruja uno’l llanto, se quema los ojos,
y llama y rellama a amigos tan locos
por argo que sabe que vale la pena,
por argo que tiene metío’n las venas,
pero al fin y al cabo, al fin y a la postre...
¡con tántos que semos y semos tan pocos!
Y aluego mus icen... ¿aonde vais gangrena?
Si asina no jabla ya naide’n la tierra,
aonde chiquininos icíamos “asín”
y atrás el maestro con su patatín
y su patatán, que “asín” no es “asín”
que se ice “así”... ¡qué pena, qué pena!
Y asina se pasan las joras, los días,
semanas y años, y lustros y siglos,
pero a mí me gusta icir qu’es asina
como me relamo palrando contigo.
Dime una mijina d’ese miajoncino,
d’aquellos palraos que son extremeños,
prende la juguera d’un fuego apagao
que con na qu’asoples s’enciende con genio.
Palrame de cosas que se igan con juerza,
canta cantarcinos con gracia y salero,
náname cosinas mu durces mu tiernas,
cuéntame qu’el jumo lo jecha’l jumero.
Y aluego jimplamos to lo que tú quieras,
y mus sonreyimos durmiendo la siesta,
y golemos juntos flores de jarales,
y vamos a espárragos po los matorrales
cuando’l sol requeme las ramas d’encinas
y el suelo esparrame la sombra tan fina
del fruto más noble, bellota extremeña.
Jéchame una mano, que tós decidíos,
sin mieo nenguno, sin miaja e vergüenza,
jaremos que’l mundo valore’l trapío
qu’entoavía arrejunde’n la nuestra concencia.
Ca ves que me palres, m’escribas, “m’e-milies”,
pálrame extremeño, qu’asina m’alegro,
díceselo a tos... ¡anda, ve y díceles,
lo qu’a ti te ice este humilde extremeño!
Y asina tos juntos, pasino a pasino,
mus será más fácil jacer el sendero,
pa que no se borre con la zaragalla
de verbos jediondos, d’esos estranjeros.
Juerte abrazo, amigo, y queo a la espera
de la tu respuesta antes que me muera.
Javier Feijóo
y aluego no hay naide que apenque a tu vera,
qu’arrime ese jombro que mus jace farta
pa que dambos juntos jundamos el surco
qu’arraige con juerza nuestra sementera.
S’estruja uno’l llanto, se quema los ojos,
y llama y rellama a amigos tan locos
por argo que sabe que vale la pena,
por argo que tiene metío’n las venas,
pero al fin y al cabo, al fin y a la postre...
¡con tántos que semos y semos tan pocos!
Y aluego mus icen... ¿aonde vais gangrena?
Si asina no jabla ya naide’n la tierra,
aonde chiquininos icíamos “asín”
y atrás el maestro con su patatín
y su patatán, que “asín” no es “asín”
que se ice “así”... ¡qué pena, qué pena!
Y asina se pasan las joras, los días,
semanas y años, y lustros y siglos,
pero a mí me gusta icir qu’es asina
como me relamo palrando contigo.
Dime una mijina d’ese miajoncino,
d’aquellos palraos que son extremeños,
prende la juguera d’un fuego apagao
que con na qu’asoples s’enciende con genio.
Palrame de cosas que se igan con juerza,
canta cantarcinos con gracia y salero,
náname cosinas mu durces mu tiernas,
cuéntame qu’el jumo lo jecha’l jumero.
Y aluego jimplamos to lo que tú quieras,
y mus sonreyimos durmiendo la siesta,
y golemos juntos flores de jarales,
y vamos a espárragos po los matorrales
cuando’l sol requeme las ramas d’encinas
y el suelo esparrame la sombra tan fina
del fruto más noble, bellota extremeña.
Jéchame una mano, que tós decidíos,
sin mieo nenguno, sin miaja e vergüenza,
jaremos que’l mundo valore’l trapío
qu’entoavía arrejunde’n la nuestra concencia.
Ca ves que me palres, m’escribas, “m’e-milies”,
pálrame extremeño, qu’asina m’alegro,
díceselo a tos... ¡anda, ve y díceles,
lo qu’a ti te ice este humilde extremeño!
Y asina tos juntos, pasino a pasino,
mus será más fácil jacer el sendero,
pa que no se borre con la zaragalla
de verbos jediondos, d’esos estranjeros.
Juerte abrazo, amigo, y queo a la espera
de la tu respuesta antes que me muera.
Javier Feijóo
.
<< Home