La grandeza de las lenguas y... (Continuación)
Endispués d’insertá’n esta página “La grandeza de las Lenguas y sus contradicciones”, he recibío un correo del amigo Jose, cavilando sobre argunas custiones. Y yo, mesmamente, l’he respondío asina, como si juera una entrevista (como el me palra’n castellano, yo, por educancia, le contesto iguá):
JOSE: ¿Tiene la tradición oral necesidad, o una obligación (moral) de tener una codificación gráfica, es decir, una transcripción de esos sonidos en grafemas, o sea , en escritura?
JAVIER: Más que una necesidad, o una obligación moral, yo diría que es una responsabilidad de quienes, conociendo esa tradición oral de nuestros antepasados, pudiendo hacerlo, no la mantengan y fomenten con su uso cotidiano en el círculo social y familiar, de ámbito local y regional, en el que nos desenvolvemos habitualmente. O, cuando menos, la respeten y la conserven entre algodones para su estudio y conocimiento de las nuevas generaciones.
JOSE: Tengo familiares que dicen “asín”, “mesmo”, etc. Y tienen ese deje castúo que tanta vergüenza parece dar a los “letrados” y "suficientemente preparados" jóvenes...
JAVIER: Mi enhorabuena a esos familiares tuyos. Porque, verás, esa vergüenza a la que te refieres, no me cabe ninguna duda, tiene mucho de aquel complejo de catetismo y de cazurrismo que, desde siempre y, sobre todo, desde fuera de nuestra región han pretendido que sintamos los extremeños. Si esos jóvenes a los que te refieres consiguiesen cambiar el “chip” (como lo han hecho por el mero argumento del ahorro económico con el lenguaje de los mensajes cortos en los teléfonos móviles) y transformaran ese complejo en sentimiento de orgullo de ser, pensar y hablar en extremeño, otro gallo nos cantaría.
JOSE: ¿Si hemos tenido a bien tomar el español como lengua ¿no debe ser prioridad que ésta sea dominada en su versión escrita por todos?
JAVIER: Por supuesto. Y en su versión hablada también. Un español debe saber leer y escribir español. Pero un extremeño español, además de eso, debería tener, cuando menos, la curiosidad por conocer nuestro léxico extremeño más genuino; y valorarlo, y, si sigue sirviendo para comunicarnos ¿por qué no seguir utilizándolo? ¿Por qué avergonzarnos? Si, además, el acento extremeño ya nos viene dado por nacencia y residencia, aunque muchos, sobre todo algunos locutores de radio y televisión, hagan el ridículo pretendiendo disimularlo.
JOSE: En otras palabras ¿no es la tradición castúa típicamente oral?
JAVIER: Sí, entre otros motivos, porque no existe una gramática oficial, ni tan siquiera oficiosa, aunque ya hay quien haya aportado algunas teorías. Por eso, mientras más gente intentásemos escribir así, menos tardaríamos en familiarizarnos con esas palabras y esos giros lingüísticos que, aunque están presentes en innumerables conversaciones orales cotidianas, no las trasladamos al papel porque, al no verlas escritas nunca, dudamos de cómo ha de hacerse. Pero siempre hay algunos, como yo, que nos ‘tiramos al barro’, aunque nuestra forma de escribir no les guste a otros que, posiblemente, lo escribirían de otra manera. Pero de eso se trata, de que se escriba, al principio sea como sea, pero sin vergüenza ninguna, para que, paulatinamente, el colectivo vaya definiéndose en uno u otro sentido y, de esta forma, con el tiempo, se iría definiendo una gramática común. Para empezar, podríamos ir practicando en nuestros correos con familiares y personas de confianza, y luego...¡quién dijo miedo!... seguir ampliando horizontes.
JOSE: Seguimos en contacto, que sólo ejercitando la Lengua más allá de las tonterías que icimos tos los días, se llega a sitios nuevos, aunque sea diciendo cosas viejas.
JAVIER: ¡Sabias palabras! Y paece que ya te vas encevicando una mijina a icir por escrito argunas palabrinas en castúo ...¿Eh?
JOSE: ¿Tiene la tradición oral necesidad, o una obligación (moral) de tener una codificación gráfica, es decir, una transcripción de esos sonidos en grafemas, o sea , en escritura?
JAVIER: Más que una necesidad, o una obligación moral, yo diría que es una responsabilidad de quienes, conociendo esa tradición oral de nuestros antepasados, pudiendo hacerlo, no la mantengan y fomenten con su uso cotidiano en el círculo social y familiar, de ámbito local y regional, en el que nos desenvolvemos habitualmente. O, cuando menos, la respeten y la conserven entre algodones para su estudio y conocimiento de las nuevas generaciones.
JOSE: Tengo familiares que dicen “asín”, “mesmo”, etc. Y tienen ese deje castúo que tanta vergüenza parece dar a los “letrados” y "suficientemente preparados" jóvenes...
JAVIER: Mi enhorabuena a esos familiares tuyos. Porque, verás, esa vergüenza a la que te refieres, no me cabe ninguna duda, tiene mucho de aquel complejo de catetismo y de cazurrismo que, desde siempre y, sobre todo, desde fuera de nuestra región han pretendido que sintamos los extremeños. Si esos jóvenes a los que te refieres consiguiesen cambiar el “chip” (como lo han hecho por el mero argumento del ahorro económico con el lenguaje de los mensajes cortos en los teléfonos móviles) y transformaran ese complejo en sentimiento de orgullo de ser, pensar y hablar en extremeño, otro gallo nos cantaría.
JOSE: ¿Si hemos tenido a bien tomar el español como lengua ¿no debe ser prioridad que ésta sea dominada en su versión escrita por todos?
JAVIER: Por supuesto. Y en su versión hablada también. Un español debe saber leer y escribir español. Pero un extremeño español, además de eso, debería tener, cuando menos, la curiosidad por conocer nuestro léxico extremeño más genuino; y valorarlo, y, si sigue sirviendo para comunicarnos ¿por qué no seguir utilizándolo? ¿Por qué avergonzarnos? Si, además, el acento extremeño ya nos viene dado por nacencia y residencia, aunque muchos, sobre todo algunos locutores de radio y televisión, hagan el ridículo pretendiendo disimularlo.
JOSE: En otras palabras ¿no es la tradición castúa típicamente oral?
JAVIER: Sí, entre otros motivos, porque no existe una gramática oficial, ni tan siquiera oficiosa, aunque ya hay quien haya aportado algunas teorías. Por eso, mientras más gente intentásemos escribir así, menos tardaríamos en familiarizarnos con esas palabras y esos giros lingüísticos que, aunque están presentes en innumerables conversaciones orales cotidianas, no las trasladamos al papel porque, al no verlas escritas nunca, dudamos de cómo ha de hacerse. Pero siempre hay algunos, como yo, que nos ‘tiramos al barro’, aunque nuestra forma de escribir no les guste a otros que, posiblemente, lo escribirían de otra manera. Pero de eso se trata, de que se escriba, al principio sea como sea, pero sin vergüenza ninguna, para que, paulatinamente, el colectivo vaya definiéndose en uno u otro sentido y, de esta forma, con el tiempo, se iría definiendo una gramática común. Para empezar, podríamos ir practicando en nuestros correos con familiares y personas de confianza, y luego...¡quién dijo miedo!... seguir ampliando horizontes.
JOSE: Seguimos en contacto, que sólo ejercitando la Lengua más allá de las tonterías que icimos tos los días, se llega a sitios nuevos, aunque sea diciendo cosas viejas.
JAVIER: ¡Sabias palabras! Y paece que ya te vas encevicando una mijina a icir por escrito argunas palabrinas en castúo ...¿Eh?
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