8/10/06

Momentos Literarios II

Texto íntegro de la presentación del libro,
por Cosme López García
(Jueves, 28 de Septiembre de 2006)

La Victoria de los poetas
en el Gran Café

Buenas noches, queridos poetas, compañeros y amigos. Es un placer estar de nuevo con vosotros en este ambiente literario, acabado el largo período estival. Y retomamos el pulso con la presentación de una nueva Antología Poética donde están incluidos los autores que recitaron la última temporada. Antes de empezar, creo que todos deberíamos agradecer a dos personas esta iniciativa tan importante dentro del mundo cultural de nuestra ciudad y que, poco a poco, va trascendiendo los límites de la región. Esas dos personas son, por una lado Juan Antonio Méndez, coordinador de todo y quien tuvo la maravillosa idea de estos recitales con tertulia y, por otro lado, Miguel Ángel, que nos presta este maravilloso local todos los jueves y encima costea la edición de los cuadernillos, así como la publicación de este libro, que ya es el segundo, porque el año pasado se presentó aquí mismo el primer ejemplar antológico.

Poetas Grandes en el Café. La Gran Victoria de la Poesía en Badajoz. Poetas del Gran Café Victoria. ¡Se puede decir de tantas maneras! Por este acogedor escenario hemos ido desfilando uno a uno, en otras ocasiones todos a la vez. Cada cual con su estilo y original modo de escribir y de leer. Algunos más nerviosos, otros muy serenos. Poetas malhablados y díscolos, poetas refinados, cultos o sibaritas, poetas que escriben muy bien o un poco peor, de todo hay en la viña del Señor, como dice el refrán, pero eso sí, todos, absolutamente todos, han, hemos entregado un poco de nuestro tiempo, de nuestra vida; estamos aquí compartiendo nuestros problemas y nuestras alegrías y nos sentimos muy felices, porque aquí tenemos un sitio donde estar, entre amigos siempre, aunque alguna vez se discuta, eso es señal de que estamos vivos. Y nos alegramos cuando, por ejemplo, algún compañero publica un libro, al que le damos la enhorabuena e incluso se lo presentamos aquí o donde haga falta. Entre amigos nunca habrá rencillas o envidias que siempre son malas consejeras en la plaza pública de la Literatura. Y hablo de Literatura con mayúsculas, porque en este espacio, verdaderamente, he podido escuchar auténticas voces de poetas muy buenos. Aquí no cabe la poesía oficial que funciona a base de talón y camarilla. Aquí no hay parnaso de gloria y fama. Aquí se permite poetizar y opinar a todo el que lo desee, pues a lo único que se expone, es a una crítica, que siempre será bienvenida por mala que sea, porque así todos aprendemos un poco más. Por eso, aquí nunca nos pasará lo que le ocurrió a cierto personaje de Calderón cuando en estas redondillas decía:

Yo conocí un tál por cual,
que a cierto conde servía,
y Sotillo se decía.
Creció un poco su caudal.

Salió de mísero y roto,
hizo una ausencia de un mes:
conocíle yo después;
y ya se llamava Soto.

Vino a fortuna mayor
(era su nombre de gonces):
llegó a ser rico, y entonces
se llamó Soto-mayor.

Es decir, que nuestro nombre siempre será el mismo, por mucho dinero o fama que a lo largo de la vida vayamos adquiriendo.

¡Ay! ¡El libro, los libros!, muchos libros son en los que aprendimos tantas cosas, los que nos van haciendo cada vez más sabios y, como dijo nuestro paisano, el campanariense bibliógrafo Bartolomé José Gallardo:

Sabios como los cirios, que por alumbrar a Dios y a los hombres, se consumen ellos.

Alumbrados, esa es la palabra. Así nos quedamos cuando hemos finalizado la lectura o escritura de un libro, quien nos ha abierto la mente, nos ha hecho más tolerantes, nos ha enseñado la perfecta educación racional siempre con la máxima libertad de expresión. Pero ¡cuidado!, la enseñanza que podemos adquirir de un libro no debe cegarnos ni convertirse en un embolismo, no vaya a ser que nos pase como al silogismo de los huevos y que aquí apunto:

Érase, como digo de mi cuento, un honrado labrador; y este labrador tenía un solo hijo, y a este su único hijo, no queriendo su padre verle hecho un destripaterrones como él, le mandó a estudiar a Salamanca. De vuelta, a la veranada, queriendo el padre ver si Salamanca había entrado en su hijo, como su hijo en Salamanca, le preguntó qué había estudiado:

–Lógica, padre (respondió el escolar).
–Y ¿para qué sirve eso, hijo?
–Padre, para hacer silogismos.
–Y esto ¿para qué es bueno?
–Diré a Ud. padre (replicó el hijo): Los silogismos sirven, como verbigracia (estaban sentados a la mesa donde acababan de servir –hablando con perdón– un par de huevos duros) ¿Ve Vd. estos dos huevos? Pues con un silojismo voy yo a hacer de estos dos huevos tres.
–Eso no es malo para la casa. ¡Mira mujer, lo que sabe tu hijo!
Y continuó el hijo, y silogizó sobre los huevos en esta forma:
-Aquí hay dos huevos.
–Es verdad.
–Donde hay dos, hay uno.
–Cierto.
–Uno y dos son tres: Luego aquí hay tres huevos.
–Enhorabuena (dijo el padre con socarronería, echando mano a sus huevos) pues mira, hijo, este huevo es para tu madre, este otro para mí; y tú te comes el huevo del silogismo.

Graciosillo el cuento, es que mi paisano Bartolomé José Gallardo fue genial. No todo se aprende en las Universidades. Existen muchos escritores autodidactas que son como el padre de este cuento, y muchos eruditos de Facultad que, cegados cual quijotes, se creen lo mejor de lo mejor, no se quedaron alumbrados con los libros, sino deslumbrados. Y aquí, la mayoría de los poetas de este Café, somos autodidactas, somos como el padre del huevo que nos alumbramos con la luz de los libros.

Si Gutenberg levantara la cabeza y viera la importancia que hoy en día tiene su invento, esta imprenta evolucionada y revolucionadora. ¿Quién ha dicho que el ordenador e Internet acabarán con el libro? Nada de eso ocurrirá, sino todo lo contrario, pensamos que las llamadas Nuevas Tecnologías están enriqueciendo la letra impresa.

Y como antes apuntaba, aquí nadie ostenta carguillos ni raras manipulaciones. Fuera de este local nos encontraremos con demasiados cargos en la “librería”, así, entrecomillada. Cargos que espero, esperamos, no les pase como una vez más nos dejó escrito Gallardo:

Hombres así tienen el alma en borrón; y son como las tabletas de los libros de memoria, donde lo que hoy se escribe, mañana se borra. Una tal conciencia de jareta es como la romana del Diablo que, según la común fórmula proverbial, dice que entra en todas; a donde carga la balanza del poder y del interés propio, allá se carga; que esa raza de gentes, como los camellos, se arrodillan para después levantarse con la carga, ¡se echan ellos por tierra para alzarse con los cargos!
“Así se vive en puestos y en honores
con sólo en la opinión cambiar colores”.

En fin, los Poetas del Gran Café Victoria levantan su taza o su copa porque no tienen complejos, brindan por este libro que ya está en nuestra librería particular y pueden dormir tranquilos porque así tienen la conciencia. Este es el libro donde figura nuestro nombre y apellidos, parte de nuestra obra y un trozo de nuestro corazón que entregamos a alguien cada vez que recomendemos su lectura.

Somos los poetas de este Café, y "semos probes pero semos güenos", como nos dejó en herencia Luis Chamizo. Y somos cada vez más y nada ni nadie prohíbe nuestra creación y nuestra voz. El silencio del poeta, ni muerto. Y estamos vivos. Nuestra biografía está escrita en este tomo.

Somos Plácido Ramírez Carrillo y hemos Navegado distancias y destinos junto a él. Con Plácido es muy fácil sentirse niño y Escribir al amor de la noche, cuando todos duermen y el silencio se convierte en musa dictando los versos de una nana. Ya Miguel Hernández inmortalizó las Nanas de la cebolla. Y Plácido nos aparta de la poesía oficialista, de la poética miope con muchas dioptrías, de alvarillos valverdillos que Ensayan círculos y nunca sabemos qué quieren decir. Plácido Ensaya la metáfora, que significa escribir la verdadera Poesía, comprensible, inhermética y plena de sentimiento siempre con la nostalgia a flor de piel. Ahora, en su pueblo –Puebla de la Reina– se han dado cuenta de la valía de este poeta y han considerado dedicarle una calle con su nombre.

Somos María Rosa Rodríguez Palomar desde los Brotes de luna llena. Siempre rodeada de libros, viajera de la vida escrita en su cuaderno de bitácora o diario de una poeta intimista Al filo del recuerdo donde el vuelo de las gaviotas abanican el aire. María Rosa nos habla de la Noche de San Juan hasta que llega el Amanecer cargado de esperanza. Al escuchar sus versos en su propia voz, hemos comprobado su buen hacer, sintiendo la emoción en lo más profundo de nuestro espíritu. Es un honor que María Rosa se encuentre y se siente junto a nosotros.

Somos Julián Portillo Barrios cuando hemos desempolvado la rebeldía para cantarla con el verso. Inconformidad manifiesta, el alzamiento de voz cuando es necesario en esta sociedad consumista e insolidaria que nos ha tocado vivir, las prisas y “pizzas telepizzas”, la nueva hamburguesa de maccdonal, el capital financiero, el PIB… nos importan un carajillo de anís del mono. Julián le canta al oliventino Manuel Pacheco, paisano suyo y admirado por tantos. Julián es poeta malhablado intencionado, también la Poesía necesita los sustratos del cabreo, la necesidad de versificar lo socialmente comprometido: el hambre, las guerras, el odio, la rabia…

Alzamiento de voz y Gritos con María Valle. Gritos del alma, desgarros de amores y desamores. María Valle, es el heterónimo que se esconde en su verdadero nombre, María Francisca García Pérez, quien llora en estos versos con alaridos de poesía. Escribe los poemas con el corazón, porque su musa es el alma que grita. Nos encontramos con la belleza tan efímera de los hibiscos, la llamada “flor de un día”: los hibiscos tenues florecen o marchitan. ¿Por qué estas flores malváceas sólo viven veinticuatro horas? Versos tristes, pero también sus contrapuntos en la alegría del vivir esa tristeza. Y María nos contagia este sentimiento cuando se pregunta cómo se puede vivir sin embriagarse con la belleza de una flor, sin emocionarse con un ocaso anaranjado. Gritos del alma, no como una terapia salvadora, sino como una “dulce relajación” para conseguir ese casi “estado de embriaguez” pleno de emociones. Porque así es la Poesía.

Nos metimos en la piel del joven Mario Jiménez Maldonado que Quisiera cortarle Las orejas al lobo. Dice que la soga al cuello le obligó a escribir. Esa es la gran metáfora de la Poesía, una soga al cuello, algo que nos atormenta y asfixia, por eso, escribir reconforta; Mario se siente aliviado, más libre cuando practica el arte literario. Construye versos muy acertados y tal como escribe, Quisiera mezclarse con el aire, ser simple idea y tierra mojada, Quisiera ser nube blanca, gota de agua, lágrima nuestra, Quisiera cerrar los ojos y vernos en la oscuridad, Quisiera poder ser nada o ser la parte que nos falta. Aún tiene mucho futuro por delante para decirnos cosas como estas.

Con Clara Blázquez Jiménez, nos vamos acercando a la poesía machadiana, tan natural y sencilla pero tan difícil de escribir. Ella se ha superado a sí misma y cada vez compone mejor. Nos hemos emocionado con su Soneto al tronco de una encina, que tanto nos recuerda El olmo centenario y seco de Antonio Machado. Así nos dice Clara, que está hecha de barro de piel de encina. Le gustan los acrósticos y unir palabras viejas. Adora Clara a la Pintura y a la Poesía, cultivando estas dos artes mientras huele del manantial el aire que traspasa la montaña. Dibuja estrellas en una inocente mirada, y las cuenta en el cielo infinito de la noche. Y Clara sigue escribiendo aunque sea en el borde de una lágrima, y nos dice como una premonición que, cuando ella pase: la Poesía quedará.

Nos hemos identificado con la Poesía de José Manuel Sito Lerate, con su personalidad y su tranquila y pausada voz. Titular Tarea morbosa el poemario, nos sugiere que el poeta, los poetas, tenemos algo de masoquismo; no podríamos escribir sin torturarnos a la vez, sin dejar de ser un trozo del tiempo que pasa en el Reloj de la torre. Sito Lerate es poeta social y sin pelos en la lengua, denuncia a la infamia, por ejemplo, cuando los políticos Carod Rovira y Pascual Maragall, se colocaron una corona de espinas mofándose de Jesucristo durante una visita que hicieron a Tierra Santa; todos vimos las imágenes por televisión. También, Sito Lerate despliega su voz para maldecir a los terroristas y asesinos de ETA. Sito Lerate, compone poemas muy bien construidos en su forma, semánticamente perfectos, pero además, en su fondo, dicen verdades como puños.

Somos Amalia Mangas Durán desde el mismo color de la Esperanza, como un verde esmeralda. Y es el alma, que también tiene color. La poesía de Amalia es el alma, es sentimiento que compartimos plenamente: Vestimenta, que esconde la miseria, joyas, que agazapan la mirada, inmenso patrimonio que en el alma se funde todo, sin que diga nada. Amalia es amable, muy respetuosa y educada, cosa difícil en los poetas, pero con ello se demuestra, que la Poesía es amplia y acoge todos los estilos y todas las personalidades.

Estamos con el prolífico Javier Feijoó, le escuchamos recitar, y a muchos se nos pone carne gallina. Su voz es un torrente que sale entre las montañas de sus barbas. Poeta castúo, él no quiere que olvidemos nuestras raíces, porque es donde se encuentra la génesis de nuestros antepasados y son quienes nos dan el verdadero sentido para vivir, pues como dijo Jorge Santayana, quien no recuerda el pasado, está condenado a vivirlo de nuevo. Desde APLEX, contribuye para que nuestra propia lengua no se borre de la memoria. Javier Feijóo ya se ha convertido en un poeta y declamador de éxito gracias al miajón que lleva en lo más profundo de sus entrañas. Hemos sido testigos de su quehacer diario, no deja de escribir y los sonetos cada vez los borda mejor, utilizando temas de actualidad pero sin renunciar nunca al pasado. Ahora nos sorprende con una nueva aportación a la Literatura, aventurándose con el género del teatro en una obra que titula "La pera".

Vivimos el exilio del silencio a través de los versos Ver, oir y no callar de la poeta madrileña Raquel Matesanz González. Una mujer con mucho entusiasmo que retorna a la tarea de escribir después de una larga pausa, pues ha tenido la culpa, venir a Badajoz y encontrarse con el ambiente literario de nuestro Café. Ella canta a la mujer maltratada y la dice que Su gran error fue quererlo. Raquel tiene un carácter rebelde que refleja en sus poemas. Personalmente, es amiga y humana, tremendamente humana, cómo si no puede escribir versos como estos: ¿Huir? ¿hacia dónde? no sabemos huir. / ¿Mirar a lo lejos? Nos da tanto miedo / que nos hemos acostumbrado a mirar sin ver. La Poesía le sirve como una vía de escape ante tanta cotidianidad y, a la hora de escribirla, desde lo más profundo de su corazón, pone en entredicho las incongruencias y paradojas del ser humano, ejerciendo así, un auténtico acto de libertad.

Nos hemos introducido en El recurso del tiempo cuando escuchamos a José Luis Antonaya Carlos. Un poeta sencillo, con voz pausada, sin estridencias, como un susurro de viento entre las hojas de los árboles. Poeta de recursos Perdido en las grietas de ojos vacíos, como dice en uno de sus versos. Antonaya, construye metáforas transparentes que tienen que ver mucho con el hombre y lo difícil que resulta serlo: Todos somos ejes de una rueda que nos lleva por ideas para sentirlas. Ideas, esta palabra tan maravillosa y sin embargo, por la que tanto se mata, aunque como sigue escribiendo Antonaya, Quedarán espacios donde habiten nuestras almas.

Sentimos ciertos Pesares livianos con la poesía de Manuel Recio Silva. Un hombre tranquilo en cuya serenidad encontramos una poesía intimista plena de sensualidad. Escribe extraordinarios versos, enlazando las palabras fluidamente, aunque su demasiada modestia haga que él mismo se considere un peón aprendiz de poeta. Aprovechamos este momento para decirle que se equivoca, que su poesía tiene mucho valor y lanzamos al aire esta pregunta: ¿quién se atreve a decidir quién es maestro y quién neófito? En el alma de Manuel, grita la voz de la melancolía en una canción triste que suena en la radio y donde sus manos se encuentran ya vacías. Recio Silva, hoy navega por nuestros sueños como un Barco de papel.

Mediterráneo, este mar cercano que nos moja entre el pseudónimo de su verdadero nombre, José Antonio Sánchez Carrasco. Un poeta que cuida mucho el lenguaje mientras compone A la luz de un relámpago. Gran lector de grandes autores como Pablo Neruda, Baudelaire, Alfonsina Storni, Delgado Valhondo y mi querido amigo Rafael Rufino-Félix Morillón. Mediterráneo asiste al Holocausto de las ignonimias y cóleras / de odios inmisericordes donde mendigan como leprosos Mahoma y Cristo. Cuando leemos el poema que Mediterráneo titula Chacales, asistimos al juicio que inculpa a unos sanguinarios violadores y asesinos de una niña; sus versos nos recuerdan a la novela Plenilunio de Antonio Muñoz Molina. Se precisan poetas así, necesitamos poetas que, como Mediterráneo, se atrevan a denunciar hechos tan atroces.

Con Ramón Lencero Nieto, hemos llegado a ser legión. Él conoce la disciplina, por algo fue novio de la muerte. Se desplaza hasta el Café Victoria desde Medellín. Su poética es humildemente sencilla, pero con mucha carga de rebeldía que dispara hacia el político de turno y de nefasta labor, señalando con sus versos a quienes han tenido a Extremadura callada y sufrida.

Juan García Sánchez nos lleva de la mano hacia la Poesía Visual con La vida en esencia. Por algo él es pintor y considera que mediante las artes plásticas, también se puede escribir. Existen muchas particiones o Dicotomías donde El destino se presenta semicaído y, es ahora, cuando tropieza el ser humano preguntándose Todos los porqués. Poesía y Filosofía, tan unidas en los versos de Juan que a veces nos resulta difícil discernir entre una y otra, pero que, indudablemente, nos dice mucho y hace que gocemos de tan alta calidad plástica-literaria.

Con José Ramón Mejías –Mexi–, asistimos a los poemas musicalizados. Casi toda su producción poética va encaminada a la composición musical. Son muchos los años que lleva componiendo para él y para otros autores y grupos. Reencuentros, se escuchó y aún se sigue escuchando en las emisoras nacionales más importantes. José Ramón canta al amor y a la vida, así lo demuestran sus versos en títulos como Qué me diste tú y en Bienvenido dije Rey, dedicada a su hijo Javier. A todos los poetas nos agradan los cantautores. De alguna manera, muchos poemas quedan incompletos cuando les falta la musicalidad.

Pablo Jiménez Parra nos dejó sus Mensajes como dentro de una botella. Esos mensajes son su poesía: silencio, humo, amor, desamor, ilusiones, olvido, tiempo, esperanza… El joven Pablo amasa los ingredientes más importantes de los que se nutre la Poesía. Lo mismo escribe sobre sus zapatos que canta a la mujer. Sus poemas son casi siempre extensos porque tienen mucho que decir y encontramos metáforas muy sugerentes como Zapatos que se hicieron viejos / por estar siempre encerrados en vitrinas de exposición.

Somos Antonia Cerrato Martín-Romo cuando entramos en La ciudad de los nombres. Su poética se acerca al misticismo con una gran calidad literaria. Tony familiar, intimista, ciudadana y amaliense. En su pueblo se falla todos los años un Premio de Poesía que lleva su nombre. Asidua colaboradora de acontecimientos culturales. Madre y trabajadora, aún saca tiempo para escribir y recitar. En muchos de sus escritos, cuentos sobre todo, descubrimos que siente un gran amor por los niños y no le importa confesar que cree en Dios. En esta sociedad tan virulenta, estos dos motivos la honran.

Nos admiramos con la joven Laura Isabel Pagador Domínguez, hija del famoso escritor, poeta y periodista José María Pagador. Laura recita suavemente; su voz es tenue pero segura. Su Manual de uso del alma, es una poética muy trabajada de comunicación muy sensible y que transmite las constantes inquietudes del ser humano: aquí está nuestro espíritu y nuestra propia vida. Como Laura dice en el título, este manual nos sirve para usar el alma, es decir, para ser más solidarios, más honestos, más objetivos y más ecuánimes.

Con Julio Mesa, compartimos su apellido y su Tiempo, experiencia, vida. Porque a lo largo de tantos años, a Julio le ha pasado de todo y, sin embargo, se mantiene perfectamente. Es cubano y allí le quemaron su casa con todo lo que contenía, incluyendo sus escritos. Por eso y por mucho más, es disidente. Poeta con sombrero de ala que le da un aire bohemio. Escribe como le dicta su conciencia. Participa siempre que se le pide y aquí se le quiere. Oír y escuchar sus poemas es una delicia: voz serena, apaciblemente Julio canta para denunciar las injusticias humanas y para sentirse feliz consigo mismo y con los demás.

Somos José Manuel Ferrera Boza, Paseando por sus pensamientos, que son también los nuestros. Un poeta del pueblo con profunda manifestación literaria y emotiva sensibilidad. Poemas escritos con Lágrimas, entrelazando el Flechazo del amor y el corazón.

Estamos con el joven José Manuel Díez y sus Bellos poemas. Un poeta, también visual, que compagina el arte de escribir con la música. Es intérprete y autor en el grupo musical El desván del duende. En Los bellos poemas, encontramos una cierta ironía, porque para José Manuel, la belleza de la Poesía, no sólo está en las flores aromáticas, sino también, en el miedo, en la rabia, en el lodo y, en general, en todo aquello que no deseamos.

Y sólo falto yo. Obviamente, no voy a hablar de mí como ya lo hiciera Walt Whitman cuando escribió su Canto a sí mismo, pero permitirme que al menos os comente que mi Isla representa metafóricamente a la muerte, pues a lo largo del poemario, el poeta es un naufrago que busca desesperadamente un refugio para salvarse y llega a esa isla, pero está habitada por caníbales y cocodrilos.

Para cerrar esta Antología de Poetas del Gran Café Victoria, termino con una frase muy tópica, pero muy real y que dice así: SI NO ESTÁN TODOS LOS QUE SON, SÍ SON TODOS LOS QUE ESTÁN.

Y ahora, vamos a festejar este acontecimiento disfrutando con unos calamares a la romana.

Muchas gracias y enhorabuena a todos.

Badajoz, 28 de Septiembre del 2006
Cosme López García
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