Aún tengo tiempo
Tiempo para jugar con ese niño que ayer fui,
avivando la inocencia de su risa,
y saltar por la ventana de sus ojos
buscando en su verdad mi trascendencia.
Tiempo para izar hasta el listón de lo sencillo
los asuntos complicados de la vida,
cual compendio de simplezas enlazadas
que la historia grabará con su secuencia.
Tiempo para mirar al cielo desde un punto
y espantar al credo ególatra de mí,
hacia el inmenso infinito del todo
donde apenas se percibe mi presencia.
Tiempo para mezclarlo con tinta
y escribir sin descrédito de nada,
porque nada es todo y nada en la palabra
que pervive a los avances de la ciencia.
Tiempo para soñar a manos llenas
en un mundo donde nunca se acobardan
los valientes que se valen por sí mismos
aferrados a la luz de su vehemencia.
Tiempo para hablar y ser oído
aceptando que critiquen mis ideas,
aunque nadie tenga el púlpito del cielo
que doblegue en su sermón a mi creencia.
Tiempo para ver pasar el río de las horas
regando el jardín de mis cipreses,
que me retan cara a cara pendencieros
con la cruz de su moneda en mi vivencia.
Tiempo para escuchar el ruido de la vida
engulléndome a bocados de recuerdos,
cual crujido de hojas secas quebradizas
bajo el peso de mi edad y mi experiencia.
Javier Feijóo
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