Presentación del libro "Momentos Literarios III" en el Gran Cafe Victoria
Presentación del Libro
Por Antonia Cerrato Martín-Romo
Badajoz, 18 de Enero de 2008
Querido lector:
Igual te extraña esta carta nada más conocernos. Yo sólo con rozar tu mano ya te siento compañero de camino en esta aventura que resulta ser cada libro.
Como amigo te abro mi corazón hecho versos, de otros amigos, que buscaron la connivencia de mi alma vegetal para verter sus emociones. Por eso el recorrido de este libro es una travesía de encontradas sensaciones: te toparás con momentos de alegría, de tristeza, de protesta airada o sincera denuncia, crítica solapada y mordaz o momentos íntimos transformando en signos y letras, un diálogo carnal. Momentos todos únicos, irrepetibles, latiendo bajo las tapas de este regalo. Porque todo libro es un obsequio del corazón del escritor, al del lector, sentimientos cómplices que se intercambian y terminan asumiéndose, hasta el punto, que parece que otros han puesto voz a nuestros más ocultos pensamientos o sentires.
Cada cual abrirá al azar mi puerta y mi cuerpo, dividido en dos, reposará en cada una de sus manos. Habrá quien empezará por el primer autor, o por el último, o simplemente, consultará el índice y se buscará a sí mismo, y releerá con timidez, o con satisfacción y orgullo, lo que un día me susurró en confidencia, y sentirá que el olvido al que tenía relegada aquella vivencia, se pone en pie para traerle el instante resucitado.
Alguno habrá que vea su nombre impreso por primera vez y pasará su dedo por cada una de las letras que yo reproduzco, y la caricia de sus dedos, me hará estremecer, y él vibrará conmigo.
Si tú no estás entre mis páginas y con desapasionada intención te diriges a mí, en algún momento te sentirás atrapado por una palabra que dará cuerda a ese reloj parado e ignorado en el bolsillo de la vida, y ya no querrás dejarme hasta culminar el trayecto.
¿Y después?¿Me olvidarás sin más, me tirarás, me regalarás? Ya sé que no, porque aun viejo, me aprecias y me conservas como lo que realmente siempre he sido: tu mejor amigo. Porque, ¿acaso te he traicionado alguna vez? Siempre estoy solícito para cuando me reclamas y jamás ha salido una palabra de mi boca que tú no hayas querido hacer pública.
Y yo... yo no sería nada sin ti, sí sin ti querido lector. Porque ¿de qué serviría escribir todos los libros del mundo si nadie los quisiera leer? Por eso, gracias por dedicarme un rato de tu tiempo, por intentar desentrañan las historias que yo guardo, y por ser autor a la vez, cuando defiendes tus opiniones sobre mí, o cuando sin más, narras mi contenido con acierto y cariño.
Ahora, querido amigo, vamos a traer al presente, para rememorar juntos, el momento en que los artífices de este libro, se sentaron frente al espejo en el que ahora nos miramos, y nos confesaron con o sin pudor, sus historias bajo títulos singulares, y con sus inconfundibles formas de expresarse. Voy a presentártelos a través de una de ellos, de Antonia Cerrato.
Comenzó, saliéndonos al Encuentro, Julio Mesa, este cubano entrañable de pelo largo y sombrero negro. Con su característico acento caribeño, nos obsequió con sus peculiares ovillejos. He tenido la suerte de compartir escenario con él en algunos recitales, como “Badajoz Mira al Guadiana”, donde con gran sensibilidad y acierto recitó la Nacencia de Chamizo. Fue grato escucharla con el aire dulzón y meloso que él imprime a su declamación.
Haciendo un alto entre verso y verso, se nos cuela José de Sancho con sus Cuentos. Narrados con desparpajo y buen humor, no carente de sorna, nos habla lo mismo de las cucarachas de Valdepasillas que de los grillos del Puente Real. Un bestiario pacense nada comparado con un tal Pepe a quien devolvieron con más pena que gloria a su pueblo natal, donde al parecer, tampoco fue profeta.
Numero trinitario, como el triángulo perfecto que guarda el ojo de Dios. Es el lugar de mi gran amigo Cosme López García. No cabe otro apelativo para este hijo de Campanario, a quien al igual que yo, tanto se enorgullece de su pueblo. Su Verso de invierno, es el título que sirve de contrapunto con el carácter vehemente y apasionado de este escritor compulsivo de poemas. Diatriba constante entre una realidad que lo aplasta, y la rebeldía innata de sobreponerse. Lucha constante del hombre con el arma invencible de la palabra. Universo que bulle en la mente del escritor constatándonos que el recuerdo sólo pasa por el filo de la línea que te enmarca.
Ver oír y no callar es lo que nos pide Raquel Matesanz González, esta madrileña que no esconde su amor por esta tierra nuestra que al igual que a ella, fácilmente se le quiere. Desde su altura humana, nos hace bajar hasta la más tremenda miseria e injusticia y nos insta, como hace ella, a denunciar esas incomprensibles pero lamentablemente aceptadas, desigualdades entre riqueza y poder, y todo lo demás. No está Raquel para bromas, aunque posee un gran sentido del humor. No se anda con medias tientas y con un léxico sin artificios, certero y crudo, va desgranando acontecimientos que acuchillan el alma de cualquier persona sensible. Raquel, quédate junto a nosotros y habla.
José Manuel Sánchez no se arredra a la hora de criticar a los escritores pagados de sí mismos y aquellos que buscan el artificio en detrimento de la emoción. En sus versos de Sentir sin horas donde prima el sentimiento por encima de cualquier concepto o razón, insiste que “más viejo que el principio es el amor” como si no fuera posible una creación destetada y echada a rodar sin el mimo y el cuidado de un Dios que nos amó primero.
Eso que no es amor, lo tiene muy claro Milagrosa Ortega Rodríguez. Con sus grandes y observadores ojos, Mila contempla el lenguaje amoroso y saca sus propias conclusiones, diferenciando entre sexo y deseo y el amor “el amor, triste amor, se deshace/ en el eco interminable de un verso.” Generosa en su palabra culta y delicada, Milagrosa nos regala, además, en su cuadernillo, una ilustración de su hija Desirée. Doblemente agradecidos.
Número perfecto para los Poemas para un recital de José Manuel Sito. No quiero que mis palabras sean un cumplido, sino ese algo más que no enjuicia y que recibió tu dedicatoria a modo de biografía. Versos los tuyos para el recital de cada día y de cada tiempo, cansados y gustados de andarse las conciencias que no nos darán razón de ser, agotados como Dios de querer entrar en sitios donde ya no ha lugar para nada. Pero quizás haya que seguir intentándolo, ¿o no?
Vida Escrita. Juan García Sánchez. También explicada, aunque a veces no la entendemos. Y queremos saber ¿por qué? Y dices que tiene un montón de manos, de alas y poemas. Te insistí una vez en los colores de un cuadro, pregunté por su contenido y me voy a la página 80 donde describes idea.
Me lanzas una imagen con la que comienza mi nombre y es la A de artista y me respondo: “El artista enseña su obra casi en el desierto: difícil conexión”. Juan, y ¿Vida vivida?
Guillermo Segovia Anguas vino de Mérida con un Mosaico de emociones. 6 pulidos sonetos. Y el comienzo de su Crepúsculo en el título de un poema mío, los dos hemos vagado por ese laberinto azul y gozado con la luz y las sombras. Ocasos y auroras nos han bañado con dorados tintes y quizá Guillermo “Ha de morir varado en su morada/ en su sensual recuerdo amortajado”.
Aforismos de la Sangre y la Letra nos trajo Jonás Sánchez desde Hervás que quiso estar con nosotros unas horas para comunicarnos sus inquietudes Juventud que alegra y alienta, que nos permite confiar en el futuro que ellos poseerán. Reflexiones sobre el libro, la lotería, la soledad o el corazón. “Frente a la tarde/ el gato de mi corazón se encoge y una inmensa pena se dilata”
Con El silencio de tu mirada, Agustín Portalo acudió al Victoria con su violín y un puñado de versos algo controvertidos. Tu cara aniñada y tu música, nos impresionó tanto como con tus escritos. Tu sensibilidad y solidaridad nos abocan a actos similares y hoy me quedo con tus “Palabras de textura suave que empujan al otro lado, donde no hay tumultos ni música que dañe mis aurículas”.
José Manuel Ferrera Boza se nos desborda A corazón abierto. Le falta la confianza de poner sus poemas sobre una bandeja de plata que es donde debe servirlos. Una puede cogerlos y saborearlos con el cálido aroma de lo entrañable, de lo sencillo, de lo que nunca pasa. Le sobra humildad y le falta un poco de orgullo para presumir de versos como “Yo sí he perdido un no sé qué por el camino, / quizás tiempo para querer y quererme/ y el alma que bien sabe de esas cosas/ anda fría, acongojada y loca por mi cuerpo.”
Y llegamos al nº 13, cifra predilecta de mi buen amigo Francisco Lebrato, pero que en esta ocasión acoge a otro estupendo, al 1er. Premio especial de Poesía y Relatos cortos Antonia Cerrato de Santa Amalia, a un extremeño de pro: Javier Feijóo, que nos brinda una serie de opiniones poéticas que van desde la crítica más feroz a ese circo que han montado los políticos, hasta los interrogantes que la gente de a pie se formula a vuelta con los convenios y pactos de los “entendidos” o “farsantes”, según se mire. En esta ocasión, Javier tampoco renuncia a su casticismo y nos premia con un soneto en castúo. Para finalizar se decanta clara y valientemente “¿importa el idioma entre tanto caos? Valga el italiano y a De Juanas... ciaos”.
Poetas y más poetas siguen jalonando la geografía extremeña. ¡Cuántos no conseguirán hacernos llegar sus inquietudes, sus sueños, sus esperanzas. Luis Alberto Doblado ha llamado a mi memoria con un soneto que me trasladó A una nariz de Quevedo, es el primero: “Una canción bombinabastonada” donde con salero y desenfado retrata escenas cotidianas con una voz de guitarra y aguardiente.
Retrato de un hombre bueno, creo que es uno de los títulos más acordes con su autor: podemos disentir de su estilo, de sus temas, del fondo y la forma de sus versos, pero nuestros sentimientos convergen en determinar que Joaquín José Expósito, es un hombre bueno. Me enternece su espontaneidad, la manera coloquial que plantea sus temas y ese trasfondo religioso que empapa casi todo lo que escribe. No sé cómo ha hecho para no dejar escapar ese niño que todos llevamos, y que no ceja de asombrarse con los hallazgos del día a día”: Papá, este libro no tiene letras..” Ya las pondrá el corazón.
Para mis poetas. Manolo Pérez. ¡Quién me hubiera dicho allí en mi olvidado Santa Amalia de finales de los 60, cuando mi nombre sonaba bajo el pseudónimo de Michelle, que el locutor que lo proclamaba en la entonces emisora Sindical, se convertiría en tertuliano mío! Con su voz templada se nos metió en casa durante muchos años, llegándolo a considerar casi de la familia. Ahora nos paseamos Badajoz y vuelve esa voz a llenar el aire con versos de poetas extremeños como Pacheco, Manuel Benítez, Delgado Valhondo, Santiago Castelo o Álvarez Buiza. Te pediría Manolo, que no dejes de prestar tu voz a cuantos poetas y poetisas extremeños puedas recitar.
En el 17 estoy yo, Antonia Cerrato Martín-Romo con un compendio de versos de amor reunidos aquí para seguir “Contando estrellas”. Son una exaltación a los sentidos: olores y sabores cotidianos aderezados con el buen aceite de la poesía, “un saludo guisado con garbanzos”, y el que más ha perdurado en la mente de los que en su día lo escucharon y releyeron. “un abrazo de mandarina”. Pellizco de contrariedades y un buen vaso de la alegría de vivir. Y ahora “un guiño cómplice en el café”
Amalia Mangas Durán coge un Lienzo en blanco para pintarnos un Badajoz de “Matices y colores”. Poeta grave y de gran sensibilidad, Amalia deja el jacarandoso rebullir pacense para sumirse en la tragedia de los inmigrantes “con mochila embargada”. Con dolor, recordamos con ella “Sin engaño”. Sigue honrándonos con tu amistad, tu presencia y la compañía inestimable de tus versos.
Desde Tobarra(Albacete) nos llega el delicado perfume de la Rosa colándose por los poemas de Casimiro Bleda Onrubia. Me cabe el honor de haberle amadrinado en esta tertulia donde no ha dejado de deleitarnos con versos de exaltación religiosa dedicados a La Verónica, el Santo Sepulcro, la Dolorosa o ese último soneto a la patrona de aviación Ntra. Sra. de Loreto. Qué decir de aquel primer cuento donde el viejo y el niño nos ponían en antiguas situaciones vividas al amor de los años. Esperamos seguir desfrutando de tu Álbum de Estampas con sabor, cómo no, a pan y chocolate.
Y nos viene muy bien para este invierno, la Estufa Blanquita, tu recuerdo de Miguel A. Martín Martín. No sé si ya habrás pasado a limpio esa libreta de donde los versos parecían verterse por todos sitios. Creo que deberías tomarte más enserio esto de escribir, porque cuando una te ve rebuscando en un fajo de hojas sueltas, y luego te escucha, el asombro es mayúsculo: parece impensable que esos poemas salgan del galimatías de servilletas que arrastras. Quizás deberías convencerte de que lo que haces merece tanto la pena, que sería una lástima, que por pereza o por falta de fe, se helaran tus poemas “como ángeles a punto de caer/ o un columpio sin nadie, /como un rastro de pisadas/ donde ayer nació el olvido”.
Mediterráneo, nombre que esconde la luz antigua del mar, sus insondables misterios, y su Esperamto. Contundentes poemas llenos de invocaciones e imprecaciones a la felicidad, a la pasión, al corazón moribundo. Canto dolorido a la traición en el vuelco de las campanas. Memoria, recuerdos que no cesan de asomarse al desengaño y luego, como un filtro purificador, la esperanza nacida Al Amor del agua: “Después en sueños, oh me sonreía/ el custodio ángel que su aura me envió.”
“Mi poesía” por Bartolomé Collado está en el 22. Tu presunción de buen poeta está justificada, Bartolo. El sarcasmo y la ironía pueden ser una buena forma de decir a quien no queremos hablar, lo que creemos que se merece. Yo tengo los ojos puestos en las cosas gratas y placenteras, por eso me quedo con tus poemas de amor o en las descripciones de lugares y monumentos del Badajoz que nos duerme: “A un lado de la plaza/ y en dura piedra, que recuerda alcázares, / mi Catedral, verticaliza en roca, / la muda estrofa de las almas grandes.”
Intento de Definición de José Manuel Díez. Acababas de ganar el Premio de Poesía Joven de la Asoc. VV.Sta. Marina y te escuché con verdadero placer en La Regenta. Compartimos micrófono en La Primavera Literaria de la Asoc.Económica Amigos del País y me alegré de tu Premio Ciudad de Cáceres. Creo que la naturaleza se ha complacido en ti. Me encantan tus versos, su fondo y su forma, los temas y la exposición que haces de los mismos. Comparto tu amor por el pueblo, tu Zafra y mi Santa Amalia y me quedo con tu voz, intercediendo por aquella muchacha solterona: “Oh padre, escúchala”.
José Carlos Risco Chamizo nos llegó de la mano de nuestro contertulio Javier Feijóo con el que observamos comparte su afición y dedicación por el castúo. Nos trajiste a la memoria la figura de tu paisana Dulce Chacón con quién departimos y escuchamos en la época anterior al Victoria, y a Lope de Vega con tu Primer Soneto en aquella intentona de Dª Violante. Hablamos de folklore y ganao, de nuevas visitas. Como colofón tu pregunta ¿Dónde has ido Dulcenombre?
Un enigmático 25 resultó ser Juan Antonio Méndez del Soto. Con su loro cruzó la frontera para llegarse hasta la Feria Ibérica del libro de Elvas. Digno representante de las letras extremeñas y promotor incansable de la cultura en nuestra región, Juan Antonio, mi amigo favorito, va contra viento y marea, dejando una estela imborrable en el panorama actual de la Literatura. Con su buen humor, no carente de ironía y sarcasmo, sus etopeyas casi esperpénticas, su vibrante y particular manera de narrar sus más íntimas emociones, nos deja ese sabor agridulce de una verdad masticada con el dolor, que lejos de ser conmiseración y abatimiento, se levanta con valor y dignidad para ejercitarse, un día más, en el difícil arte de vestirse lo cotidiano, que a veces, no es otra cosa que sobrevivir al propio desencanto. Menos mal que a ti Dios también te obsequió con el don de la palabra, bálsamo bendito para toda enfermedad, y así dices en otro escrito: “Volver a escribir me está resultando como un exorcismo, como un consuelo.” Amén.
Y terminamos con el número n, símbolo de nuestra tertulia y exponente de las múltiples combinaciones que existen para promocionar y engrandecer la cultura en Badajoz. Me refiero a Miguel Ángel Moreno Arroyo, que jueves a jueves, nos enciende la luz de la hospitalidad y nos acoge bajo la enorme lámpara de su afecto, en ésta su casa, el Gran Café Victoria: marco inigualable donde aquellos intelectuales, artistas, hombres y mujeres dotados de buen gusto y sensibilidad, encuentran un foro asequible donde verter sus opiniones e inquietudes culturales y emocionales, sirviendo a la vez, para alegrar y dar una pincelada de color a este rincón de nuestra ciudad que estaba reclamando a gritos, la insuperable presencia de los artistas. Gracias, Miguel Ángel por tu inestimable colaboración a este colectivo que, queriendo emular la potestad divina, en el silencio del universo, se atreve a crear.
Y nada más, muchas gracias por su atención. Buenas noches.
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Por Antonia Cerrato Martín-Romo
Badajoz, 18 de Enero de 2008
Querido lector:
Igual te extraña esta carta nada más conocernos. Yo sólo con rozar tu mano ya te siento compañero de camino en esta aventura que resulta ser cada libro.
Como amigo te abro mi corazón hecho versos, de otros amigos, que buscaron la connivencia de mi alma vegetal para verter sus emociones. Por eso el recorrido de este libro es una travesía de encontradas sensaciones: te toparás con momentos de alegría, de tristeza, de protesta airada o sincera denuncia, crítica solapada y mordaz o momentos íntimos transformando en signos y letras, un diálogo carnal. Momentos todos únicos, irrepetibles, latiendo bajo las tapas de este regalo. Porque todo libro es un obsequio del corazón del escritor, al del lector, sentimientos cómplices que se intercambian y terminan asumiéndose, hasta el punto, que parece que otros han puesto voz a nuestros más ocultos pensamientos o sentires.
Cada cual abrirá al azar mi puerta y mi cuerpo, dividido en dos, reposará en cada una de sus manos. Habrá quien empezará por el primer autor, o por el último, o simplemente, consultará el índice y se buscará a sí mismo, y releerá con timidez, o con satisfacción y orgullo, lo que un día me susurró en confidencia, y sentirá que el olvido al que tenía relegada aquella vivencia, se pone en pie para traerle el instante resucitado.
Alguno habrá que vea su nombre impreso por primera vez y pasará su dedo por cada una de las letras que yo reproduzco, y la caricia de sus dedos, me hará estremecer, y él vibrará conmigo.
Si tú no estás entre mis páginas y con desapasionada intención te diriges a mí, en algún momento te sentirás atrapado por una palabra que dará cuerda a ese reloj parado e ignorado en el bolsillo de la vida, y ya no querrás dejarme hasta culminar el trayecto.
¿Y después?¿Me olvidarás sin más, me tirarás, me regalarás? Ya sé que no, porque aun viejo, me aprecias y me conservas como lo que realmente siempre he sido: tu mejor amigo. Porque, ¿acaso te he traicionado alguna vez? Siempre estoy solícito para cuando me reclamas y jamás ha salido una palabra de mi boca que tú no hayas querido hacer pública.
Y yo... yo no sería nada sin ti, sí sin ti querido lector. Porque ¿de qué serviría escribir todos los libros del mundo si nadie los quisiera leer? Por eso, gracias por dedicarme un rato de tu tiempo, por intentar desentrañan las historias que yo guardo, y por ser autor a la vez, cuando defiendes tus opiniones sobre mí, o cuando sin más, narras mi contenido con acierto y cariño.
Ahora, querido amigo, vamos a traer al presente, para rememorar juntos, el momento en que los artífices de este libro, se sentaron frente al espejo en el que ahora nos miramos, y nos confesaron con o sin pudor, sus historias bajo títulos singulares, y con sus inconfundibles formas de expresarse. Voy a presentártelos a través de una de ellos, de Antonia Cerrato.
Comenzó, saliéndonos al Encuentro, Julio Mesa, este cubano entrañable de pelo largo y sombrero negro. Con su característico acento caribeño, nos obsequió con sus peculiares ovillejos. He tenido la suerte de compartir escenario con él en algunos recitales, como “Badajoz Mira al Guadiana”, donde con gran sensibilidad y acierto recitó la Nacencia de Chamizo. Fue grato escucharla con el aire dulzón y meloso que él imprime a su declamación.
Haciendo un alto entre verso y verso, se nos cuela José de Sancho con sus Cuentos. Narrados con desparpajo y buen humor, no carente de sorna, nos habla lo mismo de las cucarachas de Valdepasillas que de los grillos del Puente Real. Un bestiario pacense nada comparado con un tal Pepe a quien devolvieron con más pena que gloria a su pueblo natal, donde al parecer, tampoco fue profeta.
Numero trinitario, como el triángulo perfecto que guarda el ojo de Dios. Es el lugar de mi gran amigo Cosme López García. No cabe otro apelativo para este hijo de Campanario, a quien al igual que yo, tanto se enorgullece de su pueblo. Su Verso de invierno, es el título que sirve de contrapunto con el carácter vehemente y apasionado de este escritor compulsivo de poemas. Diatriba constante entre una realidad que lo aplasta, y la rebeldía innata de sobreponerse. Lucha constante del hombre con el arma invencible de la palabra. Universo que bulle en la mente del escritor constatándonos que el recuerdo sólo pasa por el filo de la línea que te enmarca.
Ver oír y no callar es lo que nos pide Raquel Matesanz González, esta madrileña que no esconde su amor por esta tierra nuestra que al igual que a ella, fácilmente se le quiere. Desde su altura humana, nos hace bajar hasta la más tremenda miseria e injusticia y nos insta, como hace ella, a denunciar esas incomprensibles pero lamentablemente aceptadas, desigualdades entre riqueza y poder, y todo lo demás. No está Raquel para bromas, aunque posee un gran sentido del humor. No se anda con medias tientas y con un léxico sin artificios, certero y crudo, va desgranando acontecimientos que acuchillan el alma de cualquier persona sensible. Raquel, quédate junto a nosotros y habla.
José Manuel Sánchez no se arredra a la hora de criticar a los escritores pagados de sí mismos y aquellos que buscan el artificio en detrimento de la emoción. En sus versos de Sentir sin horas donde prima el sentimiento por encima de cualquier concepto o razón, insiste que “más viejo que el principio es el amor” como si no fuera posible una creación destetada y echada a rodar sin el mimo y el cuidado de un Dios que nos amó primero.
Eso que no es amor, lo tiene muy claro Milagrosa Ortega Rodríguez. Con sus grandes y observadores ojos, Mila contempla el lenguaje amoroso y saca sus propias conclusiones, diferenciando entre sexo y deseo y el amor “el amor, triste amor, se deshace/ en el eco interminable de un verso.” Generosa en su palabra culta y delicada, Milagrosa nos regala, además, en su cuadernillo, una ilustración de su hija Desirée. Doblemente agradecidos.
Número perfecto para los Poemas para un recital de José Manuel Sito. No quiero que mis palabras sean un cumplido, sino ese algo más que no enjuicia y que recibió tu dedicatoria a modo de biografía. Versos los tuyos para el recital de cada día y de cada tiempo, cansados y gustados de andarse las conciencias que no nos darán razón de ser, agotados como Dios de querer entrar en sitios donde ya no ha lugar para nada. Pero quizás haya que seguir intentándolo, ¿o no?
Vida Escrita. Juan García Sánchez. También explicada, aunque a veces no la entendemos. Y queremos saber ¿por qué? Y dices que tiene un montón de manos, de alas y poemas. Te insistí una vez en los colores de un cuadro, pregunté por su contenido y me voy a la página 80 donde describes idea.
Me lanzas una imagen con la que comienza mi nombre y es la A de artista y me respondo: “El artista enseña su obra casi en el desierto: difícil conexión”. Juan, y ¿Vida vivida?
Guillermo Segovia Anguas vino de Mérida con un Mosaico de emociones. 6 pulidos sonetos. Y el comienzo de su Crepúsculo en el título de un poema mío, los dos hemos vagado por ese laberinto azul y gozado con la luz y las sombras. Ocasos y auroras nos han bañado con dorados tintes y quizá Guillermo “Ha de morir varado en su morada/ en su sensual recuerdo amortajado”.
Aforismos de la Sangre y la Letra nos trajo Jonás Sánchez desde Hervás que quiso estar con nosotros unas horas para comunicarnos sus inquietudes Juventud que alegra y alienta, que nos permite confiar en el futuro que ellos poseerán. Reflexiones sobre el libro, la lotería, la soledad o el corazón. “Frente a la tarde/ el gato de mi corazón se encoge y una inmensa pena se dilata”
Con El silencio de tu mirada, Agustín Portalo acudió al Victoria con su violín y un puñado de versos algo controvertidos. Tu cara aniñada y tu música, nos impresionó tanto como con tus escritos. Tu sensibilidad y solidaridad nos abocan a actos similares y hoy me quedo con tus “Palabras de textura suave que empujan al otro lado, donde no hay tumultos ni música que dañe mis aurículas”.
José Manuel Ferrera Boza se nos desborda A corazón abierto. Le falta la confianza de poner sus poemas sobre una bandeja de plata que es donde debe servirlos. Una puede cogerlos y saborearlos con el cálido aroma de lo entrañable, de lo sencillo, de lo que nunca pasa. Le sobra humildad y le falta un poco de orgullo para presumir de versos como “Yo sí he perdido un no sé qué por el camino, / quizás tiempo para querer y quererme/ y el alma que bien sabe de esas cosas/ anda fría, acongojada y loca por mi cuerpo.”
Y llegamos al nº 13, cifra predilecta de mi buen amigo Francisco Lebrato, pero que en esta ocasión acoge a otro estupendo, al 1er. Premio especial de Poesía y Relatos cortos Antonia Cerrato de Santa Amalia, a un extremeño de pro: Javier Feijóo, que nos brinda una serie de opiniones poéticas que van desde la crítica más feroz a ese circo que han montado los políticos, hasta los interrogantes que la gente de a pie se formula a vuelta con los convenios y pactos de los “entendidos” o “farsantes”, según se mire. En esta ocasión, Javier tampoco renuncia a su casticismo y nos premia con un soneto en castúo. Para finalizar se decanta clara y valientemente “¿importa el idioma entre tanto caos? Valga el italiano y a De Juanas... ciaos”.
Poetas y más poetas siguen jalonando la geografía extremeña. ¡Cuántos no conseguirán hacernos llegar sus inquietudes, sus sueños, sus esperanzas. Luis Alberto Doblado ha llamado a mi memoria con un soneto que me trasladó A una nariz de Quevedo, es el primero: “Una canción bombinabastonada” donde con salero y desenfado retrata escenas cotidianas con una voz de guitarra y aguardiente.
Retrato de un hombre bueno, creo que es uno de los títulos más acordes con su autor: podemos disentir de su estilo, de sus temas, del fondo y la forma de sus versos, pero nuestros sentimientos convergen en determinar que Joaquín José Expósito, es un hombre bueno. Me enternece su espontaneidad, la manera coloquial que plantea sus temas y ese trasfondo religioso que empapa casi todo lo que escribe. No sé cómo ha hecho para no dejar escapar ese niño que todos llevamos, y que no ceja de asombrarse con los hallazgos del día a día”: Papá, este libro no tiene letras..” Ya las pondrá el corazón.
Para mis poetas. Manolo Pérez. ¡Quién me hubiera dicho allí en mi olvidado Santa Amalia de finales de los 60, cuando mi nombre sonaba bajo el pseudónimo de Michelle, que el locutor que lo proclamaba en la entonces emisora Sindical, se convertiría en tertuliano mío! Con su voz templada se nos metió en casa durante muchos años, llegándolo a considerar casi de la familia. Ahora nos paseamos Badajoz y vuelve esa voz a llenar el aire con versos de poetas extremeños como Pacheco, Manuel Benítez, Delgado Valhondo, Santiago Castelo o Álvarez Buiza. Te pediría Manolo, que no dejes de prestar tu voz a cuantos poetas y poetisas extremeños puedas recitar.
En el 17 estoy yo, Antonia Cerrato Martín-Romo con un compendio de versos de amor reunidos aquí para seguir “Contando estrellas”. Son una exaltación a los sentidos: olores y sabores cotidianos aderezados con el buen aceite de la poesía, “un saludo guisado con garbanzos”, y el que más ha perdurado en la mente de los que en su día lo escucharon y releyeron. “un abrazo de mandarina”. Pellizco de contrariedades y un buen vaso de la alegría de vivir. Y ahora “un guiño cómplice en el café”
Amalia Mangas Durán coge un Lienzo en blanco para pintarnos un Badajoz de “Matices y colores”. Poeta grave y de gran sensibilidad, Amalia deja el jacarandoso rebullir pacense para sumirse en la tragedia de los inmigrantes “con mochila embargada”. Con dolor, recordamos con ella “Sin engaño”. Sigue honrándonos con tu amistad, tu presencia y la compañía inestimable de tus versos.
Desde Tobarra(Albacete) nos llega el delicado perfume de la Rosa colándose por los poemas de Casimiro Bleda Onrubia. Me cabe el honor de haberle amadrinado en esta tertulia donde no ha dejado de deleitarnos con versos de exaltación religiosa dedicados a La Verónica, el Santo Sepulcro, la Dolorosa o ese último soneto a la patrona de aviación Ntra. Sra. de Loreto. Qué decir de aquel primer cuento donde el viejo y el niño nos ponían en antiguas situaciones vividas al amor de los años. Esperamos seguir desfrutando de tu Álbum de Estampas con sabor, cómo no, a pan y chocolate.
Y nos viene muy bien para este invierno, la Estufa Blanquita, tu recuerdo de Miguel A. Martín Martín. No sé si ya habrás pasado a limpio esa libreta de donde los versos parecían verterse por todos sitios. Creo que deberías tomarte más enserio esto de escribir, porque cuando una te ve rebuscando en un fajo de hojas sueltas, y luego te escucha, el asombro es mayúsculo: parece impensable que esos poemas salgan del galimatías de servilletas que arrastras. Quizás deberías convencerte de que lo que haces merece tanto la pena, que sería una lástima, que por pereza o por falta de fe, se helaran tus poemas “como ángeles a punto de caer/ o un columpio sin nadie, /como un rastro de pisadas/ donde ayer nació el olvido”.
Mediterráneo, nombre que esconde la luz antigua del mar, sus insondables misterios, y su Esperamto. Contundentes poemas llenos de invocaciones e imprecaciones a la felicidad, a la pasión, al corazón moribundo. Canto dolorido a la traición en el vuelco de las campanas. Memoria, recuerdos que no cesan de asomarse al desengaño y luego, como un filtro purificador, la esperanza nacida Al Amor del agua: “Después en sueños, oh me sonreía/ el custodio ángel que su aura me envió.”
“Mi poesía” por Bartolomé Collado está en el 22. Tu presunción de buen poeta está justificada, Bartolo. El sarcasmo y la ironía pueden ser una buena forma de decir a quien no queremos hablar, lo que creemos que se merece. Yo tengo los ojos puestos en las cosas gratas y placenteras, por eso me quedo con tus poemas de amor o en las descripciones de lugares y monumentos del Badajoz que nos duerme: “A un lado de la plaza/ y en dura piedra, que recuerda alcázares, / mi Catedral, verticaliza en roca, / la muda estrofa de las almas grandes.”
Intento de Definición de José Manuel Díez. Acababas de ganar el Premio de Poesía Joven de la Asoc. VV.Sta. Marina y te escuché con verdadero placer en La Regenta. Compartimos micrófono en La Primavera Literaria de la Asoc.Económica Amigos del País y me alegré de tu Premio Ciudad de Cáceres. Creo que la naturaleza se ha complacido en ti. Me encantan tus versos, su fondo y su forma, los temas y la exposición que haces de los mismos. Comparto tu amor por el pueblo, tu Zafra y mi Santa Amalia y me quedo con tu voz, intercediendo por aquella muchacha solterona: “Oh padre, escúchala”.
José Carlos Risco Chamizo nos llegó de la mano de nuestro contertulio Javier Feijóo con el que observamos comparte su afición y dedicación por el castúo. Nos trajiste a la memoria la figura de tu paisana Dulce Chacón con quién departimos y escuchamos en la época anterior al Victoria, y a Lope de Vega con tu Primer Soneto en aquella intentona de Dª Violante. Hablamos de folklore y ganao, de nuevas visitas. Como colofón tu pregunta ¿Dónde has ido Dulcenombre?
Un enigmático 25 resultó ser Juan Antonio Méndez del Soto. Con su loro cruzó la frontera para llegarse hasta la Feria Ibérica del libro de Elvas. Digno representante de las letras extremeñas y promotor incansable de la cultura en nuestra región, Juan Antonio, mi amigo favorito, va contra viento y marea, dejando una estela imborrable en el panorama actual de la Literatura. Con su buen humor, no carente de ironía y sarcasmo, sus etopeyas casi esperpénticas, su vibrante y particular manera de narrar sus más íntimas emociones, nos deja ese sabor agridulce de una verdad masticada con el dolor, que lejos de ser conmiseración y abatimiento, se levanta con valor y dignidad para ejercitarse, un día más, en el difícil arte de vestirse lo cotidiano, que a veces, no es otra cosa que sobrevivir al propio desencanto. Menos mal que a ti Dios también te obsequió con el don de la palabra, bálsamo bendito para toda enfermedad, y así dices en otro escrito: “Volver a escribir me está resultando como un exorcismo, como un consuelo.” Amén.
Y terminamos con el número n, símbolo de nuestra tertulia y exponente de las múltiples combinaciones que existen para promocionar y engrandecer la cultura en Badajoz. Me refiero a Miguel Ángel Moreno Arroyo, que jueves a jueves, nos enciende la luz de la hospitalidad y nos acoge bajo la enorme lámpara de su afecto, en ésta su casa, el Gran Café Victoria: marco inigualable donde aquellos intelectuales, artistas, hombres y mujeres dotados de buen gusto y sensibilidad, encuentran un foro asequible donde verter sus opiniones e inquietudes culturales y emocionales, sirviendo a la vez, para alegrar y dar una pincelada de color a este rincón de nuestra ciudad que estaba reclamando a gritos, la insuperable presencia de los artistas. Gracias, Miguel Ángel por tu inestimable colaboración a este colectivo que, queriendo emular la potestad divina, en el silencio del universo, se atreve a crear.
Y nada más, muchas gracias por su atención. Buenas noches.
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INTRODUCCION del Libro
Por Alberto González Rodríguez
En una sociedad en la que todo, y como parte de ese todo algo tan sensible y tradicionalmente caracterizado por la gallardía de su libertad, siempre hecha rebeldía, como son la cultura, el pensamiento, el arte, y hasta la libertad de expresión, se encuentra domeñado, condicionado, dirigido y manipulado por esa hidra de nuestro tiempo que es la política, a través de las subvenciones, las listas negras, los criterios de selección-promoción-ensalzamiento-veto-ninguneo, y demás métodos de domesticación al uso, tan maniqueos como parciales, aplicados a cada uno según su grado de aproximación o alejamiento de quien en cada momento detenta la llave de las influencias y los medios, resulta gratificante la existencia de islas de independencia en las que cada cual puede manifestarse como le parece, sin el agobio asfixiante de la preocupación por la corrección política. Es decir, el temor a recibir o dejar de recibir la subvención.
Una de esas islas de libertad es la Tertulia "Momentos Literarios" que capitanea ese adalid de las fantasías que es Juan Antonio Méndez del Soto, y que tan generosa como osadamente acoge el Gran Café Victoria; ese centro entrañable de tan grato ambiente, entre cuyos divanes y columnas de sabor antiguo se mantiene la tradición de los locales de antaño allí mismo alojados, tan sugeridores del Badajoz de ayer como fueron el primer casino de la ciudad, el evocador Café Gambrinus, o más modernamente ya aquellos Almacenes "Los Ángeles" y "San Juan", en los que la población se surtía de lencería, pasamanería, y otros productos de una moda que ya se fue. Lugares evocadores del rito de la compra calmosa en conversación con el tendero, de acuerdo con fórmulas que tanto por parte del cliente como del vendedor tenían más de tertulia y charla amistosa y cercana que de operación mercantil. Pues en su transcurso, antes que de la calidad de las puntillas o los encajes, de lo que se trataba era de la salud de la familia, la carestía de la vida, el compromiso matrimonial de hija de los fulánez, últimas operaciones de la guerra de África, y demás sucesos que suscitaban la atención de aquel Badajoz provinciano y recoleto; esto es, hecho a escala humana, que arrasaron las prisas y los hipermercados.
Como corresponde a las actividades de su especie, a quien la mantiene con el pálpito de su impulso, a quien la sostiene con su generosidad como anfitrión y mecenas, y a quienes la protagonizan, la tertulia "Momentos Literarios" del Gran Café Victoria resulta, como no podía ser de otro modo, de acuerdo con el mejor modelo de la bohemia que la inspira, abierta y plural en su composición; informal y anárquica en su organización y desarrollo; fresca y viva en su expresión; caliente y entrañable en sus afectos. Esto es, independiente, valiente, y libre. En ella cada uno dice lo que siente, se expresa como le parece, y presenta sus creaciones literarias, poéticas, narrativas, musicales, o de la especie que sea, buenas o malas, a la consideración de los demás, en un ambiente familiar y cálido, muy gratificante tanto en el terreno intelectual y estético como en el humano. Porque sobre el cimiento de su ya veterana existencia, a partir de la época pionera del pub "La Regenta", y de seguir siendo los mismos, la reunión de los pintorescos personajes que la integran ha concluido por consolidarse más que como una tertulia, como una hermandad.
Una hermandad peculiar, inefable en el estricto sentido del término, quintaesencia y modelo de democracia, si la democracia es igualdad, tolerancia, respeto de unos a otros y convivencia respetuosa y afectiva entre desiguales. Porque en ella se funden jóvenes y maduros; noveles y veteranos; clásicos y rompedores; entusiastas y escépticos; ortodoxos y heterodoxos; cinceladores del endecasílabo y anarquistas de "lo que salga"; místicos de combustión interna y exaltados reventando de vitalismo; ascetas y donjuanes en latifundio; españoles y extranjeros, como en la Legión; civiles y militares; eutrapélicos y devoradores de calamares... Y por no silenciar la tautología obligada en los progresistas en trance de merecer, entre los que no me encuentro, ellos y ellas; hombres y hombras, mujeres y mujeros. ¡Como si para referirse a los que tienen el alma rezumando de sensibilidad hubiera que decir la estupidez de poetas y poetos!
Por enumerarlos según el orden de las publicaciones que recogen sus intervenciones, José de Sancho, la humildad del escepticismo. Cosme, la expansión uniformemente acelerada. Raquel Matesanz, la etérea, o aérea, vocación por la poesía. José Manuel Sánchez, el equilibrio formal. Milagrosa Ortega, la madurez serena o el prodigio del hilemorfismo. Sito Lerate, sentimiento en estado puro. Juan García, la expresión multiforme. Guillermo Segovia, domador de endecasílabos. Jonás Sánchez, la palabra sin dogal. Agustín Portalo, revoloteo sobre el pentagrama. Ferrera Boza, el bebedor de vida. Javier Feijoo, la rabia de la tierra. Luis Alberto Doblado, domador de paradojas. Expósito Verdión, la claridad como meta. Manolo López, la voz y la palabra. Antonia Cerrato, la contadora de estrellas. Amalia Durán, la ilusión a porfía. Casimiro Bleda, espiga y amapola. Miguel A. Martín, bauprés frente al horizonte. Mediterráneo, el juglar de cristal. Bartolomé Collado, la afilada ironía inteligente. José Manuel Díez, enamorado de una muchacha de metal. J.Carlos Risco, ... "alguna hojas verdes le han salido". Juan Antonio Méndez, el torbellino de los imposibles.
Todo ello es lo que, dando forma a tan bohemia amalgama, se recopila en la presente publicación.
Todo ello es lo que, dando forma a tan bohemia amalgama, se recopila en la presente publicación.
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